VI

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Una vez que leyó el nombre, NamJoon no tuvo el estómago para seguir mirando la lápida que se erigía en frente de él. Había pasado ya unas horas desde que TaeHyung lo había dejado allí, y la humedad comenzaba a alzarse por sus dedos y pelo. 

No lo entendía. 

¿Por qué el «Kim SeokJin» escrito en aquella piedra no se sentía como si el Kim SeokJin que buscaba estuviera enterrado debajo de ella?

Sus respiraciones agitadas retumbaron entre los callejones vacíos y las sirenas de policía a lo lejos. 

NamJoon fue el primero en detenerse, doblando las rodillas y jadeando para recobrar el aliento contra la pared de ladrillos.

—¿Ya te cansaste?— preguntó SeokJin detrás de él, aminorando la marcha hasta quedar a unos metros. Tenía una sonrisa de oreja a oreja en el rostro.

NamJoon lo miró antes de sonreír también. 

—Estás loco, bebé— se quitó los guantes para sacudirlos de herrumbre.—La próxima vez que hagas eso voy a patearte el culo.

Jin se echó a reír, sosteniendo contra la cintura la caja de metal llena de joyas y paquetes de drogas. 

—Seung es el que nos lo pateará si no cumplimos con lo que dice. 

NamJoon sacudió la cabeza, notando el cambio en la expresión de su amante. Se volvió a colocar los guantes con cuidado. 

—Hyung, somos demasiado valiosos para ese bastardo como para que nos haga nada. 

SeokJin volvió a sonreír... pero de una forma amarga. La clase de sonrisa que oculta demasiadas cosas detrás. 

Quiso preguntarle. Quiso saber qué eran esas cosas ocultas y como podía quitarle el dolor. 

Pero no lo hizo; tenía miedo. 

—NamJoon...— Soltó el castaño suavemente.—Si... Si alguna vez me sucede algo...— 

—SeokJin.

—No, escúchame, por favor— se aclaró la garganta y NamJoon frunció el ceño.—Si muero haciendo esto... olvídate de mí. ¿Está bien? Desecha todo lo que me perteneció en vida. No importa; solo quiero que te olvides de que existí alguna vez. 

—No puedo hacer eso con los sentimientos. 

—Sí puedes— Jin bajó la mirada hacia la caja de metal.—Un tatuaje duele al hacértelo, sientes algo al mirarlo, pero luego de un tiempo de olvidas para qué te lo hiciste en primer lugar. Olvidas el dolor y su función. Solo crees que aun tiene importancia porque estás obligado a vivir con él y yo... yo no quiero ser una obligación, N-NamJoon.

—Jin, basta. ¿Crees que estoy contigo solo por lo que creí que pudiste hacerme sentir al principio?—el moreno preguntó incrédulo pero gentil, acercándose a Jin, quien se encogió en sí mismo cuando lo hizo. 

—Es lo que todos...— 

—¡Yo no soy «todos», Jin!— alzó la voz un poco, teniendo en cuenta de que realmente nadie tenía la culpa en esa situación más que ellos. Sin embargo, estaba molesto contra sí mismo.—No soy «todos».

Jin aún seguía cabizbajo para cuando llegó en frente de él. 

—... ¿Cual es la diferencia, Joon? 

—¡La diferencia es que yo te amo, SeokJin!— lo exclamó como si su corazón no latiera desenfrenado por decirlo.—Te amo, demonios, y sé que soy un asco en ello, pero lo hago. Jamás podría olvidarme de lo que siento por ti, ni mucho menos hacer como que nunca exististe— suspiró.—Porque... si tú mueres... yo también iré a la tumba contigo. Prometí nunca dejarte solo, ¿no es así? 

Die for me〖NamJin〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora