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"Canela"

[Anneliese Kennedy's POV]

Rocé mis labios con las yemas de mis dedos mientras caminaba al salón del festín, meditando en los millones de pensamientos que tenía en la cabeza. Aquel beso había marcado mi estadía aquí, siendo el primero en tener luego de casi cien años de soledad. Podía escuchar mi corazón latir con fiereza, mis piernas temblar y mi respiración agitarse con el simple hecho de recordar aquel candente momento. 

-¿Estás bien, Anneliese?- me llamó alguien y me asusté.

-Ah, mi Reina.- suspiré y se acercó-. Sí, estoy bien. ¿Por qué?

-¿Dónde has estado?- preguntó y miré a la derecha.

-Merodeando el bosque.- salió de mi boca-. Me gusta mucho caminar a solas... No hay una razón particular para salir.

Mentirosa.

-Se nota. Estás más pálida de lo acostumbrado, ¿has comido?- revisó mi rostro de un lado a otro.

-Justo iba al festín, ¿y usted?- señalé las puertas del salón, las cuales minimizaba un poco el estruendo que los guerreros realizaban.

-No, no.- sonrió-. Es un festín para los valientes, no para los reyes. Debo atender la biblioteca.

-Si quiere, puedo ir con usted. Dispongo de mucho tiempo y no estoy interesada en festejar un logro que es más para los soldados.

-Vale, vamos.- comenzó a caminar y de repente tenía una manzana en mano-. Toma, para que te regrese un poco de color al cuerpo.

Agarré el fruto un poco ofendida y caminé a la par de la mujer. Siempre he sido blanca y pelirroja, ¿pero más pálida? Tampoco a este extremo.

-Si quieres, podemos terminar lo que falta de tus lecciones ahora.- sugirió y le miré-. Para así poderte llevar a Midgard mañana o en unos días.

-¿Cree que estoy... preparada para ello?- pregunté.

-Hay cosas que deberás aprender por tu cuenta, pero sí, estás preparada.

-Bueno... ¿me podría llevar unos libros?- solté nerviosa y rió.

-Claro, no te preocupes.


[...]

[Al día siguiente]

Había llegado la hora. Estaba a unas horas de volver a casa... o a Nueva York, porque creo no tener un hogar fijo. Empaqué los libros que me había entregado las siervas de la reina y un hermoso traje de batalla que Thor mencionó que me sentaba bien. Era en su mayoría marrón, con hombreras y correa de bronce, una pechera y brazaletes de hierro; traía también unas botas de cuero y una capa azul, las cuales me daban un aroma a una guerra por venir.

Dejé todo en unas valijas y salí para, al menos, despedirme de todos. Crucé caminos con la reina, Lady Sif, Fandrall, Thor y otros más, los cuales me agradecían repetidamente de la batalla en Vanaheim. Me cohibía lo mucho que apreciaban el mínimo de trabajo que hice en aquel lugar.

-¿Estás lista?- me preguntó Thor en la entrada del palacio.

-Debo hacer algo primero...-solté y salí corriendo a la parte posterior del lugar.

Me había aprendido de memoria los pasajes escondidos del palacio, justo en el momento donde más me hallaba visitando al dios de las mentiras. Bajé al calabozo e hice prácticamente toda mi rutina: hechizar a los guardias, caminar tres pasillos a la derecha y luego dos a la izquierda; agitar mis manos y abrir un trecho entre las paredes de la cárcel y el exterior.

AGENT KENNEDY || BUCKY BARNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora