Capítulo 1

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Nueva York.

Caminé por el largo pasillo del aeropuerto, después de horas de vuelo me sentía cansada, los tacones me taladraban y la cabeza estaba a punto de explotarme. Me masajee las sienes mientras caminaba hacia la salida del aeropuerto. —Señorita Rickford, el chofer la espera afuera. — no contesté y seguí caminando con velocidad, estaba ansiosa por quitarme los tacones al llegar a la limosina.

Al salir del edificio me dio la bienvenida el ruido neoyorquino, después de estar unos días en Japón, regresar a Nueva York era el paraíso. En el camino, me encontré a un periodista, no pude evitar rodar los ojos y lo ignoré mientras me dirigía a la limosina. —Señorita Rickford, ¿es verdad que la empresa Rickford ha expandido su imperio a Hong Kong? — puse los ojos en blanco y mi chófer abrió la puerta de la limosina. — ¿Puede hablarnos acerca de la nueva nota que circula de su hermano? — yo parpadeé y lo miré sin esbozar una respuesta. Él pudo notar la molestia en mis ojos, sin embargo, prosiguió con sus preguntas con nerviosismo. —¿Es verdad que la familia Rickford se prepara para una boda? — fruncí el ceño y entré a la limosina ignorando lo último que había mencionado.

—¿De qué boda habla? — murmuré para mi misma y encendí el celular para informarme acerca de las noticias que circulaban en redes sociales.

''Termina con Hilary Steff y ahora se compromete con Paige Wills, ¿el multimillonario Christopher Rickford por fin sentará cabeza?''

—Mierda. — murmuré y golpee el celular en el asiento del automóvil.

—Señorita Rickford, creo que es mejor que lea esto. — el chofer me mostró una revista y en ella salía Christopher junto con la actriz Paige Wills tomados de la mano saliendo de un hotel.

Respiré profundamente y tomé nuevamente el celular. — Kate, quiero que todo rastro de la noticia de la familia Rickford sea desaparecida antes de que llegue a los ojos de Alexander. — murmuré con molestia. — y quiero saber en dónde está Christopher ahora mismo.

Christopher.

—Buenas tardes señor Rickford. — murmuró la secretaria al verme entrar a la empresa como siempre solía hacer. Ella me sonreía tanto que me dejaba un poco incómodo, me acomodé la corbata con nerviosismo, espero que no piense que lo que ocurrió hace unos días haya sido de importancia. Sonreí de vuelta y proseguí mi camino hacia mi oficina.

La gente me miraba como de costumbre y yo sonreía de vuelta a todo aquel que me saludara y me diera la bienvenida, tenía que admitir que me hacía sentir tranquilo estar solo en la empresa, normalmente se encontraba Alexander y Romina quienes me molestaban constantemente con que hiciera mi respectivo trabajo, cosa que realizaba según mi agenda lo permitiera.

Tenía que disfrutar este tiempo de ser el único jefe, ya que Romina regresaría el día de mañana de su Viaje de negocios.

—Señor Rickford, la reunión comenzará en cinco minutos. — me toqué las sienes y asentí girándome hacia la sala de juntas. Últimamente he tenido mucho trabajo que hacer, normalmente me la pasaba en la empresa hasta que el sol se ponía y eso me tenía sumamente cansado. — Los documentos. — me tendió los documentos y los agarré con una mueca. Era claro que no tenía ganas de una reunión ahora, tomando en cuenta que el día de ayer salí de copas con mis amigos y estaba consciente que esas juntas tardaban horas en que los socios llegaran a un acuerdo.

Pero ahora era menos cansado que de costumbre, ya que no se encontraba ninguno de los molestos Rickford para hacer más tenso el ambiente de los directivos. Y más Romina, que normalmente se metía en mis asuntos y no me dejaba manejar a mi gusto las autorizaciones de venta o prestaciones. Me enfadaba que me restara credibilidad y autoridad. Eso había sucedido desde que estábamos en la universidad. Ella se había vuelto una parte molesta de mi vida, sobre todo porque a diario me recordaba con su simple presencia lo inútil que a veces llegaba a ser y lo miserable por no ser un verdadero Rickford, nacido en una cuna de oro como ellos.

Rotos en mil pedazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora