Goodbye

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Me escurrí el cabello con la toalla un poco más y luego de debatir entre pasarme media hora con el secador de cabello o no, decidí no hacerlo.

Salí del baño con mi cómoda ropa de dormir; un corto short de franela y un pulover blanco que me llegaba un poco más abajo de la cintura, además de mis mágicas pantuflas.

Bajé al primer piso y fui hasta la cocina, preparé chocolate caliente y mientras miré la lluvia caer del otro lado de la ventana, había anochecido no dos horas antes pero la lluvia hacía que pareciera media noche.

Serví el chocolate en mi jarra predilecta y me dirigí a la sala de estar. Agarré el control remoto, me acurruqué en el sofá y prendí la televisión.

Como cualquier otra noche, no había nada demasiado interesante y después de haber visto medio programa de Emergencias Médicas, pusieron al menos 10 spots completamente diversos.

Recuerdo que estaban poniendo uno de lavadoras cuando llamaron a la puerta, agradecí la compañía y supuse de quien se trataba, el único que venía a esta hora por aquí sin avisar; no era necesario.

Apagué el televisor con algo de amargura y dejé mi jarra en la mesita. Me levanté y caminé hasta la puerta, abrí.

Me quedé impactada al ver su estado.

- Hola - dijo y me regaló una sonrisa triste. Me llevé las manos al pecho cuando entre los chorros de agua que caían desde su negro cabello hasta sus zapatos también reconocí sangre - Tranquila, estoy bien... - dió un paso hacia dentro pero levanté una mano en señal de stop - ¿Qué?

- Solo... - suspiré, me partía el corazón verlo siempre así, odiaba que se metiera en esas cosas pero por más que le advertía seguía haciéndolo. Solo podía hacer esto - Espera aquí un momento.

- ¿Te das cuenta de que estoy bajo la lluvia? - asentí y giré. Subí al baño y busqué dos toallas grandes y una cobija.

Bajé rápidamente, ya se había quitado la camisa y la había dejado en una esquina del suelo, dejando a la vista su trabajado abdomen. Sentí la sangre golpear mis mejillas pero me resigné a dejarme llevar y le ofrecí una toalla.

- Gracias - la cogió.

Un par de minutos después él se encontraba junto a mí en el sofá, se había dado una ducha de agua caliente y se había cambiado con algunas ropas suyas que se han quedado aquí con el paso del tiempo.

- Ahg - se quejó cuando el algodón con alcohol tocó la herida de su brazo.

- Lo siento - suspiré. Lo miré - ¿Vas a decirme que te ocurrió?

- Créeme, no quieres saber.

- Te sorprendería saber que sí me interesa saber - dije, volviendo la mirada a la herida y tratando de ser lo más delicada posible.

- No me sorprende. Zara... - levanté la vista. Volví a perderme como cada vez en sus perfectos rasgos, su piel aceitunada, sus ojos claros y esos labios que soñaba con probar todas las noches. Traté de no fijarme tanto en ellos así que desvié la vista a las heridas que tenía en el rostro; tenía un feo hematoma justo bajo el ojo - Agradezco mucho que tengas tanta paciencia conmigo, nunca te he contado porque siempre me meto en problemas y no insistes demasiado en saber. Me has apoyado y ayudado desde que tengo uso de razón, aprecio todo lo que has hecho por mí, lo sabes aunque no lo diga muy seguido...

Bajé la mano, Javier no era alguien que solía decir lo que siente o piensa, es un chico muy cerrado y me costó mucho trabajo lograr que confiara en mí. Sentí una fuerte punzada en mi pecho y por sus palabras supe que algo no estaba bien.

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