Loyal to Me

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- Así que… Tú los mataste ¿no? – volvió a preguntar y asentí con la cabeza.

- Jamás hubiera imaginado que una niñita como tú podría haberlo hecho – señaló la mujer sin uniforme a su lado - ¡La escena está perfectamente limpia! No puede ser que hayas sido tú.

Rodé los ojos, siempre sucedía lo mismo, sería la última vez que declaraba uno de mis crímenes ¡Nunca me creen! ¡Y no soy una niña!

- Oficial suéltela ya – siguió la mujer – Ella no pudo haber hecho nada, seguro se debe sentir responsable.

El oficial se puso de pie para acercarse pero en ese momento ambos perdieron toda movilidad, las expresiones en sus rostros de sorpresa e impotencia me hicieron soltar una carcajada.

- Me da igual si me creen o no – las esposas en mis manos se abrieron, me acaricié las muñecas y me puse de pie para sentarme esta vez en el escritorio mientras sus cuerpos inmóviles levitaban hasta sentarse en dos sillas ya dispuestas a unos dos metros de mí – Pero escucharán mi historia.

- ¿Q-qué… h-hicis…te? – dijo ella, supuse que se estaba esforzando demasiado así que les di movilidad para la habla - ¿Qué eres?

- Oh, solo un intento de escritora – sonreí y agarré un bolígrafo para hacerlo girar entre mis dedos – Ahora, creo que les gustaría saber que les hice a sus preciados hijos.

Sentía la tierna brisa acariciar mi piel ¡Hacia tanto calor en estos días! Pero estar aquí era esencialmente reconfortante.

¿Quién diría que se podía encontrar tanta paz en el techo de la casa? De seguro no el gato callejero al que acababa de lanzar una piedra invisible y había salido corriendo después de brindarme un leve gruñido para nada amenazador; cuando este saltó hacia el techo contiguo – lo cual pudo haber sido una dolorosa y tal vez mortal caída – se volteó a mirar y le lancé un beso mientras le guiñaba un ojo, luego me enfurecí un poco al ver que no me correspondía en mi acto de amor y le gruñí mucho más alto de lo que él lo hizo, nuevamente escapó. Seguí su pelaje oscuro con la vista hasta que desapareció entre casa y casa.

Sonreí y volví a mirar hacia el horizonte, un paisaje precioso diría yo, donde se extendían kilómetros de bosque después de unas pocas cuadras de sencillas casas, todas en esta comunidad tenían básicamente la misma forma.

Otra leve ráfaga de aire me golpeó en el rostro, haciendo que mi suelto cabello fuera guiado por este, y posiblemente, enredándose más de lo ya que estaba, pero eso no era importante ahora. Claro que no.

Una bandada de aves… no estoy segura de cuales, voló a unos cuantos metros sobre los árboles, viéndose perfectamente sincronizados en su vuelo. A veces deseaba ser como ellos y poder volar. En ocasiones, me paraba muy cerca del borde del techo y estiraba mis brazos hacia los lados, dejando que el viento me abrazara y, sino miraba hacia abajo, el poder ver por encima de los arboles me daba la ligera impresión de que podía emprender un elegante vuelo.

Pero no era posible, no al menos por mi propia cuenta… como mucho podría subirme a un avión pero desde ahí, incluso cruzando entre las esponjosas nubes, del otro lado del grueso cristal nunca podría saber a qué huelen ellas. ¿A que huelen las nubes? Juraría que he leído eso en alguna parte.

A mi alrededor, se extendían cualquier tipo de sonidos; desde la extremadamente alta música de un vecino bullicioso o el llanto de un bebé cercano, las voces de las personas viniendo de todos lados, vehículos, entre otras cosas que intentaba constantemente de dejar de oír. Pero hoy no podía escuchar ninguno de esos molestos y cotidianos sonidos, algo que ahora me llamaba la atención. Solo escuchaba en el fondo una ligera melodía instrumental que tenía puesta en mi móvil, aunque simplemente acompañaba al sonido del trinar de las aves. Ellas si seguían vivas en lo que parecía la típica panorámica de mi mundo.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2021 ⏰

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