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Cuando el lobo atrapó a su gato; 20



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Ocho meses después.

—¡No me jodan! — Gritó TaeYong dándole un golpe a la tierra con su pie desnudo — tienen diez segundos para decirme dónde diablos esta Lucas.

Los cuatro hombres miraban con ojos abiertos a la linda ricura de metro setenta, ojos azules como el cielo despejado, y cabello rubio largo hasta los hombros, de no ser por el vientre redondito de nueve meses, cualquiera abría apostado que era un bailarín gogo. La mayoría de los machos en la manada pensaban que la pareja del hijo del Alfa era una cosita dulce, eso hasta que lo veían cabreado.

—No sabemos donde esta— se atrevió a responder Yuta. Era un hombre de metro ochenta y cinco de alto con musculatura marcada, al igual que los otros tres guerreros de la manada que temblaban bajo la mirada azul del gatito.

—El dijo que vendría a la tienda de la aldea a traerme unas fresas y no regreso— el pucherito le arranco un suspiro involuntario a los terribles guerreros— yo de verdad quería probar unas cuantas.

—Nosotros lo buscaremos—, se ofreció JaeHyun, aún a pesar de que acababan de llegar de su vigilancia nocturna—. Regresa a la cabaña.

La sonrisa del gatito ilumino la mañana de los feroces guerreros. En la manada todos preferían buscar al joven felino para hablar de cosas que harían que el Alfa pateara sus culos. Cuando TaeYong era quién daba las noticias, tanto Lucas como Eunhyuk se tomaban las cosas con bastante más calma.

TaeYong suspiro, tal vez lo mejor sería dejar el trabajo de búsqueda para los lobos, él ahora se sentía demasiado pesado para andar rastreando a su pareja fugitiva. Pateando las hojas secas que tapizaban el camino de grava, comenzó a caminar rumbo la acogedora cabaña que compartía con Lucas.

La brisa fresca del otoño mecía las ramas de los grandes árboles que flanqueaban el camino, dejando caer sobre Lucas las hojas, como si se tratara de nieve dorada. Respirando profundo lleno sus pulmones comprimidos con el aire puro de la mañana. Por lo visto sus cachorros también se sentían con ánimos para jugar, ya que comenzaron a patear desde dentro a su padre sin ninguna contemplación.

—Calma, niños— trato hacer entrar en razón a las crías no nacidas— dejen de patear a papi. Necesitamos regresar a la cabaña, tal vez papá ya está allí con las deliciosas fresas.

Desde el día anterior no quería más que comer frutas y beber agua. La comida le caía pesada o definitivamente no le apetecía. Al sentir que las crías dejaban de jugar a la pelota con sus riñones, continuo con su caminata matutina.

Cuando el lobo atrapó a su gato: LuTae; LuYongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora