Cinco

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Se dirigieron en la dirección que la brújula indicaba media hora después, cuando el sol estaba indicando el medio día y había un leve viento que refrescaba la nuca de Harry por el esfuerzo de la mochila sobre su espalda. Era un viaje de un día de ida, y otro de vuelta, sus piernas iban a terminar muertas después de esto.

Y cinco horas después, vio cómo Louis se agachaba más adelante frente a un matorral. Arrastró sus pies cansados hacia allá y suspirando se acomodó las correas mejor en su espalda.

—¿Qué haces? —Murmuró alcanzándolo y quedando parado detrás de él. Pero no se quejaba, mientras pudiera descansar un poco sus pies y tener el deleite de ver la respingona curva de sus muslos frente a él, era feliz.

Louis hizo un sonido de alegría, mirando por encima de su hombro hacia Harry, él solo sonrió suavemente. Parecía un crío con su boca llena de moras silvestres y ojos brillantes.

Harry, sin embargo, despegó su vista del chico hasta recorrer el extenso terreno, una señora tendiendo ropa cerca de su casa y repleta de verdes árboles todo el lugar. Era realmente lindo.

—¿Robando moras? —Sonrió de lado, un hoyuelo marcando sus mejillas mientras Louis seguía tomando moras entre sus palmas, sin siquiera pincharse una vez con las espinas de la planta. Le dio una mirada poco impresionada, sin embargo, las arrugas de sus ojos lo delataban.

—¿Tú? ¿Dándome lecciones sobre robar? — Harry frunció el ceño.

—Era por necesidad, la mayoría de las veces— Susurró lo último, viendo a Louis pararse del suelo con sus manos repletas de moras y echarse otra a la boca, masticándola y soltando un sonido contento.

Harry solo quería probar si eran tan buenas, sobre sus labios, como lo imaginaba.

—Dime la más interesante. —Louis se lamió los labios, quitándose los restos morados de la esquina de su boca y volviendo a caminar, Harry siguiéndolo a su lado.

Harry no sentía orgulloso de ninguna de ellas, tampoco arrepentido, ni se creía la entretenimiento de nadie, sin embargo, le encantaba contar historias y hablar con Louis, un Louis que no era renuente a él como lo fue en el barco. Sobre él, caía un nuevo brillo atractivo.

—¿La más interesante?— Puso su labio inferior entre sus dedos mientras pensaba. Probablemente fue con Lady Clementine, o esa vez que tuvo que saltar al agua de un acantilado para escapar de los guardias reales. O cuando robó una parte del mapa que ya tenía. —Bueno, uhm, una vez tuve que seducir a una mujer de cuarenta para conseguir una parte del mapa. Terminé corriendo de su marido en pelotas.

Louis rio suavemente, su boca llena de moras. —Estoy pensando a creer que te gusta meterte con las personas equivocadas.

Rio internamente.

—Oh, sí—Harry le lanzó una mirada nerviosa, soltando su labio inferior de sus dedos y pasando sus manas por su cabello, arrugando la nariz. —Tenía este mapa entre las cosas de su esposo y la convencí de ir a su oficina, y justo cuando lo tenía entre mis manos, su marido entra y agarra una pistola gigante, horrible, y yo solo pude correr. Seguro traumé a la mitad de la población femenina.

—O no —Louis se burló, lanzando otra mora a su boca, sus ojos deslizándose hasta la entrada de un bosque. —Entonces, —preguntó distraídamente.—¿Desde cuándo estás solo?

Harry sabía que, si fuera posible, se hubiera atragantado con su propia lengua en ese momento y con la voz estrangulada, habló. —Diecisiete.

Louis alzó las cejas, su mente desconcentrándose de una niña pequeña que estaba sentada a la entrada de la extensión de árboles. —¿Diecisiete?

The Weight of The Water (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora