El estado de ánimo
O un helado anónimo
Que sonríe con cara de payaso
Al triste que trepa por encima
De un barco inglés al servicio de su Majestad:
La Tempestad de vicio cuando tus ingles tienen asco
De la cisterna mientras tomas café.
No hay sino luces de neón
Y el trotar de caballos futuristas
Que rompen las aristas del
Hipercubo anfitrión del banquete
En casa de Alicia.
Trece hipérbolas suben
Las farolas que cubren
El cielo con solapa:
La piel maquillada
Del himen sin aguja
Que se asusta cuando alguien
Le pregunta dónde está
El resto de la cara.
Pero realmente,
¿Dónde está
El resto de la cara
Cuando se esconde emancipada
La cima ensaimada
De un ciempiés fluorescente?
¡Déjame insistir!
La vid se parte en dos
si el adalid rompe los
Tonos de la lid cuando yo
No conozco sino a Buda
Que refunfuña por no poder
Comprarse unos Chetos:
No hay nada de espiritual en ti.
Y ahora las paredes dilucidan
Los últimos compases de mi celda:
Mi habitación se materializa y
El olor a sudores inunda la estancia.
Se evaporan sus efectos, pero
Lucía sabe dónde
Las sábanas deciden
Lucir sobre dunas
Leyendo siempre Dickens-
Lloraremos solos desde
La sucesión de
Los superfluos días.