42 ⸙͎۪۫ ┊❝Final❞

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Sunghoon

── ¿Todo está listo? ── pregunto por quinta vez en la mañana, mientras veo a mi hermana dejar el último plato con los bocadillos favoritos de Sunoo en la mesa de centro.

── Estás demasiado nervioso, hermanito, deberías relajarte. ── me aconseja Miyeon al pasar por mi lado, no sin antes darme una palmada en el brazo.

Observo todo a mi alrededor y sonrio, no por el no tan necesario consejo de mi hermana, sino porque todo está quedando perfecto para este día. Me dirijo hacia el letrero, que hemos colgado en la pared, y trato de verle algún desperfecto, para poder solucionarlo antes de su llegada. Sin embargo, me veo interrumpido por el grito de Miyeon. Rápidamente doy media vuelta y me encuentro a mi hermana con mi hija en brazos.

── Adivina quién se ha acabado los últimos chocolates que dejé en la cocina. ── me dice irónicamente, mientras mi hija no deja de chuparse los dedos, que tiene totalmente manchados de, efectivamente, chocolate.

── Hana. ── susurro, dejando el asunto del cartel de lado. Mi hija está feliz, su gran sonrisa me lo demuestra, al igual que sus mejillas sucias y sus brillantes ojitos. No tardo en tomarla en brazos y a la vez, ensuciarme de chocolate la camisa.

── Creo que debes darle otro baño.── me aconseja por segunda vez Miyeon, aunque no es lo más recomendable, pues mi hija se comienza a remover, buscando librarse de mis brazos. A Hana no le agradan los baños, en realidad a ningún niño de su edad le gusta.

Miro a mi hermana con una cara de pocos amigos, pues siempre debíamos ser sutil con la mención del baño, mas ella me ignora y regresa por donde vino.

── ¡Oh, vamos, Nana! ── la animo, mientras trato de no dejarla de caer, pues Hana se mueve peor que un gusano. Estoy seguro que aprendió a hacerlo de ver tanto esos videos animados que Miyeon está acostumbrada a hacerle escuchar y ver a mi hija. ── Los baños no son tan malos como piensas. ── continuo animándola, aunque mis palabras, en realidad, son una distracción.

── ¡Suéltame! ¡Suéltame! ── exige mi hija a base de gritos agudos.

── Cariño, no tardaremos nada.── trato de convencerla, pero mi hija está muy segura de que no quiere bañarse nuevamente.

── ¡Abuelito! ¡Abuelito! ── comienza a gritar al pasar por la habitación de mis padres, más no recibe ayuda de estos, pues mi padre se encuentra en el trabajo y mi madre decidió acompañar a la señora Kim en este día.

── Hana, ya basta. ── le hablo con seriedad, aunque en verdad no quiero hacerlo, pues mi hija es aún muy pequeña para entender muchas cosas.

Comienza a llorar apenas entramos al baño y se aferra con más fuerza a mi camisa, impidiendo que pueda dejarla dentro de la bañera.

── ¡Oh, vamos, mi amor! ── digo, esta vez, en un tono más suplicante.──  ¿Acaso no quieres verte bonita para tu mami? ── y con la sola mención de Sunoo, mi hija muestra una emoción incomparable, asiente con la cabeza y finalmente se deja hacer. Ella también sabe que hoy es un día muy importante.

Hana apenas permite que le coloque el vestido antes de salir corriendo al escuchar la puerta principal de mi casa y posteriomente las voces, ya muy conocidas para mí y ella, de sus abuelas y de Sunoo.

── ¡Cariño! ── la sigo con sus zapatos en mano y un cepillo, pues mi hija no solo se encuentra descalza, también despeinada.

Hana baja las escaleras corriendo y ni siquiera me da tiempo de alcanzarla para cuando se aferra al cuerpo de Sunoo, quien al verla se agachó para abrazarla. Observo el bonito recuadro que forman y entonces olvido que mi hija se encuentra con el cabello mojado y los pies descalzos.

Sunoo la abraza con tanta fuerza, que por un momento me preocupa que la deje sin aire, y la sonrisa en su rostro me demuestra que está disfrutando mucho el momento, mientras tanto, mi madre y la señora Kim los observan, con una gran sonrisa en el rostro, al igual que yo. Ellas también están muy felices de por fin ver el gran paso que Sunoo está dando y eso se debe a que el último abrazo que Hana recibió de su parte fue en navidad, es decir, hace tres meses.

Una vez que Sunoo se separa de Hana, esta no duda en volver a lanzarse a sus brazos, ocasionando que las lágrimas se deslicen por las mejillas de mi ex novio, quien sin pensarlo dos veces la carga y se aferra al pequeño cuerpo de nuestra hija como si no hubiera un mañana. Las lágrimas se hacen presente, no solo en el rostro de Sunoo, también en el mío y en el de nuestras madres. Miyeon, por su parte, solo desvía la mirada, para que de esa manera evitemos ver sus lágrimas.

Bajo las escaleras con lentitud una vez que lo creo correcto y solo al estar frente a Sunoo es que este por fin se da cuenta de mi presencia. Me sonríe y extiende su brazo, invitándome silenciosamente a unirme a ese abrazo. Le sonrio por igual y tomo su mano, para luego abrazarlo con mucha delicadeza, pues entre nosotros se encuentra nuestro pedacito de cielo, la razón de nuestras vidas.

Escucho la cámara de un celular y sé que es el de Miyeon, pero no hago ni digo nada, pues estoy disfrutando del momento. Y mucho.

[...]

Sunoo tiene a nuestra hija sobre su regazo, Hana se ve tan cómoda a su alrededor, enseñándole sus juguetes y muñecas favoritas, las cuales están bien sentadas al lado de mi ex novio, ocupando lo que resta de espacio del sofá. Sun no deja de sonreír con cada ocurrencia de nuestra hija e incluso evita corregirle cuando esta dice incorrectamente una palabra.

Nuestras madres, al igual que Miyeon y yo estamos muy orgullosos del logro de Sunoo, su recuperación conllevó mucho esfuerzo y dedicación, incluso algunas recaídas, pero finalmente llegamos a la línea de meta.

La tarde llega y después del almuerzo, SeolHyun no tarda en caer dormida, por lo que me ofrezco a llevarla a su cuna. Sunoo me pide permiso para acompañarme y aunque quiero decirle que no es necesario hacerlo, pedir permiso, finalmente no lo hago, pues sé que hay muchas cosas que él ha mejorado y cambiado, entre ellas, el respeto hacia el otro padre de su hija, un tema que también se tocó en las terapias; lo sé porque fui parte de esa clase.

Al llegar a mi habitación, camino con mucha lentitud hasta la cuna. Sunoo me sigue y cuando finalmente dejo a mi hija dentro de su cuna, él se sitúa a mi lado, tratando siempre de mantener un poco de distancia, tal vez porque así se sentía más cómodo o menos nervioso.

── Es tan linda... ── susurramos al mismo tiempo. Solo entonces nos miramos y sonreímos, como si hubiéramos hecho una travesura... como si fuéramos cómplices en algo.

── Había olvidado esto. ── suelto de la nada, aunque mi subconsciente me asegura que es algo que debía hacer.

── ¿Qué cosa? ── me pregunta él, sin apartar su mirada de la mía.

── Tu sonrisa... ── susurro, como si tuviera temor de decirlo. ── nuestros momentos. ── digo por último, aún con mis ojos encima de los suyos.

Sunoo vuelve a sonreír y solo en ese momento me di cuenta que lo había extrañado demasiado, y sé que él también lo hizo... también se dio cuenta que me hizo falta y que yo le hice falta a él. Mantuvimos contacto visual hasta que sentí su tacto sobre el mío, solo entonces decidí bajar la mirada, para así encontrarme con su mano sujetando la mía. Sabía lo que significaba y estaba seguro que yo también lo quería, por lo que sin pensarlo dos veces, correspondí y sujeté su mano.

Él lo sabía y yo también.

❛ Pequeño papá « ✇ ุ๋ ⸱ sunsun ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora