Capítulo 4

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¿Quién era?

La curiosidad no le permitía descansar. Desde que vio a Julián ensangrentado, tirado en el suelo, apenas sujetado por Gabo y sus amigos, Martín supo que Julián estaba enfermo, y se trataba de la enfermedad con un nombre oriental. Era por eso que Julián se había ausentado del concurso, y la respuesta vagaba en su mente debido a conjeturas que había hecho. Lorenzo Guevara. ¿Qué otra razón había para que Julián dejara de asistir al único evento que lo unía a Lorenzo? Martín recordaba que en un inicio Julián dijo que no tenía buena onda con Lorenzo, y eso sería un decir para ocultar lo que de verdad sentía. Por razones que no estaban al alcance de su comprensión, Martín sintió un tirón en donde su corazón estaba.

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Cerró los ojos.

Pétalos manchados de sangre aparecieron detrás de sus párpados. Julián con el físico pálido y la boca ensangrentada con pétalos saliendo de su boca, un acto de desamor.

La imagen le parecía estética, algo que aparecería en un cuadro antiguo, o en una pintura proveniente de una mente incomprendida, pero se sentía un psicópata al pensarlo, pues el contexto no era artístico sino de miseria. Le pareció bello, ver a Julián en tal estado, y luego, sintió sus manos vibrar, le gustaría golpear a Lorenzo, o al responsable, todavía no estaba seguro de quién era, pero esas ganas titánicas de proteger a Julián habían venido de un desconocido lugar. Había algo averiado en su cerebro, el proceso químico que lo hacía sentir amor no funcionaba en él.

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Felipe dudaba en hacerlo. Julián no estaba muerto, sin embargo, estaba a un paso de que su cuerpo sucumbiera y diera el último respiro. Los padres de su amigo decidieron inducirle el coma, para alargar su esperanza o tener más tiempo para hacerse a la idea de que su hijo partiría pronto. Julián no merecía morir así. Era una enfermedad absurda.

Debido a la perdida de sangre, casi todo el equipo había donado. Ahora Julián tenía un poquito de la mayoría en su sistema. Y si seguía así, pronto los halcones tendrían que donar de su sangre. En ese aspecto, esperaba que Julián mejorara.

La señora Vidal limpió con delicadeza la boca de su hijo. Los pétalos salían a pesar de su estado vegetal. Ciro y Julián se turnaban para los ejercicios, ya que como deportista, no querían que el cuerpo de Julián se volviera rígido o que sus músculos se atrofiaran.

—Julián dejó en claro que no quería entregarla.

La mujer no contestó, pero la mirada le dijo todo a Felipe. En su lugar, haría lo mismo. No comprendía el dolor de los padres de su amigo, sí, lo afectaba porque en Julián había encontrado amistad, sin embargo, no era lo mismo.

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Martín se quedó sentado en la mesa de atrás. Felipe y Gabo estaban hablando al respecto de Julián. Felipe era con el que solía andar, Martín recordó. No tenía la fuerza de presentarse en el hospital. Sabía que varios de los halcones asistían con regularidad, incluso si Julián no pertenecía al mismo equipo. A él sin duda le importaría poco si no lo conociera.

—¿Cómo está? Francisco nos dio permiso de ir a visitarlo durante el entrenamiento, para alcanzar el horario de visitas.

—No sé si es correcto decir que está mejor en su situación, pero, no es como los primeros días, ¿sabés? La sangre era tanta que parecía una escena de terror. Él está mejor, aunque, la señora Vidal quiere seguir adelante con la cirugía.

Martín se tensó ante la mención de una operación. 'Ojalá, fuese yo', el pensamiento apareció de repente. Martín unió las cejas. ¿De dónde había venido eso?

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