*iba a poner a Félix un poquito soft, pero ya escribiendo, no me pareció conveniente ...
El brazo tatuado lo encerró en un medio abrazo. Los labios rozaron el lóbulo de su oreja y Julián se estremeció. Los lentes se cayeron, y los ojos bellos quedaron al descubierto. Julián se sintió desnudo, pese a que no lo estaba, cuando la mirada de Martín lo recorrió.
—Te amo— Martín le susurró. El aliento chocó en su pecho. El sudor lo sintió bajar por su espalda— Te amo— Martín repitió, pero esta vez sobre su cuello.
Los labios de Martín se amoldaron a los suyos. Eran suaves, casi de terciopelo. La lengua entró a su cavidad, mientras Julián acariciaba los brazos fuertes y la espalda ancha.
—Te amo, Julián. Te amo mucho.
Julián mordió el cuello, sus dientes quedaron marcados cerca del tatuaje.
—Julián, te a...
Despertó. Se sintió sofocado, ahogado. Su almohada estaba húmeda, de seguro por el llanto que brotaba de sus ojos. Julián se cubrió la boca mientras se apretaba el pecho. Dolía. En ese momento, hasta respirar le dolía. Alcanzó el botecito de pastillas y tragó una sin beber agua.
Si tan solo el sueño hubiese sido real.
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"Querido Martín, te estarás preguntando porque recibes una carta de mi parte. Jamás he sido bueno para demostrar mis sentimientos de forma escrita, pero, lo intentaré. Además de que, si llego a morir, me gustaría que supieras mis sentimientos por vos, ya que no tuve el valor de decirtelos a la cara. No quiero que esta carta sea larga, a pesar de que sé que te gusta leer libros largos, pero no estoy seguro si disfrutas el género romántico. Podría apostar que no. Tampoco tengo mucho qué decir. Me hubiese gustado pasar más tiempo con vos, me gusta oírte hablar sobre cualquier cosa, la forma en la que te acomodas los lentes, hacía a mi corazón vibrar, al igual que solo verte. Espero que algún día dejes el juego sucio y te conviertas en una gran jugador, porque yo sé que ya lo sos.
Con amor, Julián."
Julián dobló la hoja y la metió en el sobre. Por supuesto que no iba a entregarla. Lo hizo para despejar su corazón, y había funcionado. Sería egoísta entregarle la carta a Martín, y si moría, no quería que él se sintiera culpable, porque no lo era. Había una pequeña posibilidad de que a Martín ni siquiera le importara, si es que recibía la carta. Pero, no había escrito la carta para entregarla. La escondió en un libro que leyó años atrás. Se sentó en su cama, y esa fue la primera vez que no se sintió adolorido al pensar en Martín.
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Julián se rió debido a lo que Ciro dijo. Se detuvo a reír, y junto a él, Ciro y Felipe, alarmados por su enfermedad, se acercaron a él. Julián alzó el pulgar. Estaba bien.No le gustaba ser tratado diferente por circunstancias ni siquiera repercutían en el deporte. Era agradable saber que sus compañeros de equipo lo cuidaran y se preocuparan por él, pero, no era frágil, y si lo era, no quería sentirse así.
—¡Julián, Ciro y Felipe! ¡Diez vueltas!
Pero, el DT equilibraba la balanza.
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Fue un verdadero reto convencer a su mamá de no insistir con la operación. Con su papá, todo era siempre diferente, se entendían en silencio, una mirada, y su papá no habló, le dio espacio, pero eso no significaba que no le importaba, al contrario, Julián sabía que si quería hablar o llorar, su papá estaría allí, como ambos han estado desde el día que nació.