🍁 6. 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 🍁

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—¡OH-Oh, MIERDA!— grito sintiendo como si todo mi cuerpo volviera a componer cada hueso que llevo en el

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—¡OH-Oh, MIERDA!— grito sintiendo como si todo mi cuerpo volviera a componer cada hueso que llevo en el.

—¡Hester, el vocabulario!— mi madre me regaña.

Joder, joder, díganme exagerada, pero esto duele y duele demasiado.

—Ya está. —el doctor me suelta el tobillo malogrado, ahora aún con más dolor gracias a que volvió a poner el hueso en su lugar.

Me tiro sobre la camilla inhalando y exhalando todo el aire que quepa en mi sistema.

El doctor me deja reposar por un momento antes de comenzar a colocar la férula.

—Sentirás picazón y al principio te molestará, pero no puedes quitártelo hasta después de los 6 días.

Abusador, un poco de anestesia no me hubiese venido mal.

Asiento levantándome con ayuda de mis padres de la camilla.

—¿Mejor?— pregunta mi madre y luego papá me ofrece dos muletas.

Lo miro a él y luego a las muletas.

—¿No habrán unas más...— menea sus manos a la misma altura de mi tamaño—... pequeñas?

—Oh si, claro— el doctor entra en un pequeño cuarto cerca de la puerta del baño y luego regresa con dos muletas de hierro y adecuadas para mi tamaño—, trata de los primeros días, no apoyar mucho el pie.

Asiento y tomo las muletas, me resulta incómodo poner mis axilas arriba de ellas, pero ya que, tengo que aguantarme.

—Muchas gracias Dr. Jarris.

Mis padres me ayudan hasta llegar al auto, colocan las muletas detrás y luego mi padre se dispone a manejar hasta llegar a casa.

(...)

—¡Mamá!— chillo buscando atención.

—¡Nick!— chilla ella esta vez.

—Deja el drama y camina tú, a ver si cierras esa boca— me saca el dedo de en medio, listo para largarse y abandonarme en medio de los escalones.

—¡Levántala y deja tus niñadas, porque el que va a cerrar la boca eres tú cuando te de con estas cosas— levanta ambas muleta señalando amenazantemente a mi padre.

Rueda sus ojos y con fastidio me levanta, yo sonrío victoriosa.

—Auch— me quejo.

Tener un pie roto y vivir en el tercer piso no ayuda mucho.

—Basta Hester, ni si quiera te estoy tocando el pie— se queja él rodando sus ojos ya fastidiado.

—Lo sé, pero me parece divertido quejarme— confieso divertida.

Me río y papá amenaza con dejarme tirada nuevamente, pero mamá le da con una de las muletas y no tiene de otra que llevarme y aguantar mis quejidos hasta llegar.

El Amor a Través de ti (pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora