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Estiré mis brazos e hice unos extraños sonidos desde el fondo de mi garganta. Yo misma me burle de mi. Estiré mis alas, agitandolas para despertar a medias.

«Que hambre.»

Fui al baño, deleitando mi vista con lo que parecía ser un auténtico umpa lumpa o el tío cosa de los locos Adams. Me rei por lo bajo de mi apariencia. Mientras cepillaba mis dientes estaba pensando.

«Tal vez si Shoyo cubriera sus oídos... Y sobrepasara su límite solo un poco sería capaz de grandes cosas.»

Mirando el agua recordé a Kageyama.

«Manejo de líquidos. Líquidos... ¡La sangre es un líquido! Sin sangre no hay pulso y sin pulso no hay vida. Soy una genio.» me di a mi misma aires de grandeza. Escupí aquella mentosa pasta dental y enjuague mi boca.

«Suga-san podría fácilmente ahogar a alguien. Una persona normal solo soporta dos a tres minutos bajo el agua. Un atleta solo duraría quince minutos. Pero Suga-san respira bajo el agua.» comencé a alisar mi cabello mientras lo cepillaba.

«Asahi podría enredar a alguien con su cabello y descuartizarlo en menos de un segundo.» sonreí maquiavélica.

«No puedo olvidar a Yamaguchi. Ese chico solo debe absorber la confianza de alguien y reemplazarla con miedo y con un buen par de insultos esa persona se sentirá como la mierda.»

Continué ideando ataques. Terminé mi cabello, atandolo en un medio chongo y el resto del cabello suelto. Me mire al espejo, y decidí no maquillarme, solo un poco de brillo labial y ya. Cambié mi pijama por mi uniforme escolar.

Baje al comedor donde mi hermano estaba cenando con mi madre y padre. Saludé de manera cordial, sentandome de frente a mi hermano.

—Asi que, ¿Son débiles?— Mire con odio a mi hermano, extendiendo mi alas, a manera de amenaza. Él solo mostró sus comillos.

—Tu eres débil, hermano—. Me lanzó una mirada de algo que no comprendo. —¿Toque un nervio sensible, Suguru? Solo digo la verdad, si te gusta o no, no me importa.

Frente a mi apareció un plato con frutas y un vaso con agua. Agradecí la comida y la devoré en unos minutos. Estaba sencillamente deliciosa. La mezcla de amargo con dulce fue perfecta.

—Madre, padre—. Ellos a penas me miraron. —En algún momento, ¿Seria posible entrenar a mi equipo en nuestro salón de entrenamiento?

Mis padres se miraron.

—No veo el problema. Pero si van a entrenar aquí, más les vale ser dignos.

—Lo son, padre, lo son.

Me levanté, colgando mi mochila en uno de mis hombros y caminando.

—Que tengan un lindo día.

Me fui caminando hasta la puerta, dónde baje la mirada y sonreí.

—Ojala ardan en el infierno.

Subí al auto y puse mi playlist en aleatoria.

"Can you feel my heart" sonaba a través de mis auriculares. Imaginaba diferentes escenarios y ataques dónde fácilmente Karasuno podría ganar.

En cierto momento arrugue mis cejas con una pregunta en mente: ¿Por qué no tienen entrenador? Digo, Suguru me dijo que los entrenadores participaban en una arena diferente, y las managers de igual forma participaban con sus respectivos equipos. No le preguntaría a nadie. Sabía que eso doleria y los haría sentir inútiles. Así que solo se trataría de de ayudarlos.

Por fin el auto se aparco y una vez me despedí, fui directo a mi clase donde un alegre Ennoshita me recibió.

«Al menos está feliz.»

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⏰ Última actualización: Mar 30, 2021 ⏰

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