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N/A: Se supone que esto solo sería un drabble, pero, terminaron siendo tres. Lo escribí hace algún tiempo, pero recién me animé a publicarlo por aquí <3

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Son las seis de la tarde, Steve va en su pequeña motocicleta esquivando los autos con prisa, haberse detenido en el grifo a llenar gasolina le había quitado valiosos minutos y si perdía esta entrega su sueldo de la semana no le alcanzaría para cubrir todos los gastos. Solo esperaba que al menos la pizza se conservara caliente.

Dobló por una esquina y siguió la calle hacia abajo, adentrándose en la zona residencial de la ciudad, las enormes casas con bonitos jardines y camionetas lujosas estacionadas en sus veredas siempre fueron algo que le causaba incomodidad mirar, tal vez por la voz constante en su cabeza que le decía "Jamás llegarás a tener algo como eso, asi que no te molestes en soñar".

Al fin encontró el número que buscaba, estacionó su vieja moto frente a la casa, se acercó con el par de cajas de pizza y tocó el timbre.

Esperó un par de minutos, mirando el reloj de su muñeca a cada segundo que pasaba, lo único que quería era terminar con eso y por fin poder volver a casa. Estaba harto y cansado.

Después de lo que a Steve le pareció una eternidad, por fin la puerta se abrió, dejando ver la figura de un joven de cabello castaño y ojos oscuros, quién le recibió con una pequeña sonrisa.

—Buenas tardes, su pizza.

Steve le tendió ambas cajas, ignorando el ligero revoloteo en su estómago cuando aquel bonito muchacho las recibió, rozando su mano con la suya.
Otra vez la tímida sonrisa en el rostro del castaño se hizo presente. Steve sintió encogerse.

—Aquí tiene, puede quedarse con el cambio.

Un billete de 50 dólares le fue entregado, y el rubio tuvo que contener un jadeo de asombro y emoción, ese dinero extra sin duda le sería muy útil.

—¡Gracias! Que disfrute su pizza. —Le dijo con alegría contenida, girando para volver a su moto.

El muchacho castaño no supo que fue lo que pasó en ese momento, tal vez fue por el brillo exuberante en los ojos azules, o el ligero sonrojo en las pálidas mejillas, o tal vez, la bonita sonrisa que le había dedicado el repartidor al despedirse.
Solo fue consciente de su acto de torpeza cuando las palabras ya habían escapado de su boca.

—Igualmente...

Steve dejó de caminar al escuchar aquello, y agradeció haber estado de espaldas para que el otro no viera su expresión enternecida. Giró un poco la cabeza y le sonrió en respuesta, para luego seguir su camino.

El castaño se quedó parado en la puerta un rato más, sentía su rostro caliente y el traqueteo rápido del corazón golpeando contra su pecho. Pensó en lo extraño que había sido todo, por un momento hasta el hambre se le había ido.

Sonrió de nuevo, dándole una última mirada al camino por el que había desaparecido el repartidor, y por fin entró a casa.

Desde ese día, él llamaba cada martes y viernes, solo para ver al repartidor de bonitos ojos azules estacionarse frente a su casa y regalarle una de sus brillantes sonrisas mientras le entregaba sus pizzas.

"Será la próxima vez" Se repetía al cerrar la puerta, estando seguro que aquella próxima vez por fin se atrevería a empezar una plática más decente con el rubio, o al menos, preguntarle su nombre.

"Sí, la próxima vez..."

&quot;Pizza Guy&quot; | Young StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora