Capítulo 10

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-Parece que tu hijo ya despertó.

Exhalando una espesa nube de humo, Isabella le dijo a Sebastián que se encontraba sentado en uno de los sillones de piel de su oficina.

-Espero que solucionarás el estúpido problema del beta.

Sebastián miró a su esposa con seriedad, se puso de pie y se dirigió hacia el escritorio donde se encontraba recargada Isabella.

-Así es.

Le sostuvo con ambas mejillas con una de sus enormes manos a Isabella, provocando que expulsara el humo del cigarro en su cara.

-Tú vida será corta si sigues así.

-De cuando acá te importa mi vida.

Sebastián soltó su cara.

-Como sea, ya han pasado 7 días. Ya debería de estar fecundado el ovulo de Elian.

-Así es. Quien pensaría que tú pequeña aventura con aquel Omega, sería de utilidad en el futuro.

Sebastián miró fríamente a Isabella. Ella apagó su cigarrillo en el cenicero del escritorio, sin decir nada le dio la espalda.

-Será mejor que llame al doctor, después de todo necesitaremos esos estudios.

-Ja. Has lo que te plazca.

-Es tu hijo, no mío.

Sin decir más Isabella salió de la oficina de Sebastián.

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La habitación se encontraba en completa oscuridad. Con la cara entre las piernas, Mía se encontraba sentada en el piso.

Ya habían pasado 4 días más desde que había hablado por última vez con Lynn para que averiguara donde estaba Elian.

Toc Toc*

-Mia... es mamá... ábreme por favor...

Sin embargo, a pesar de que su mejor amiga se había encargado de supervisar ella misma la investigación, no hubo resultados positivos.

Mientras tanto Mía se la había pasado sumida en su habitación bajo el efecto del alcohol u algunos alucinógenos. Y por más que sus padres trataban de ayudarla ella no se dejaba, ya que lo único qué calmaba el dolor de no estar con su destinado, era estar completamente drogada.

No podía dejar de pensar en lo que había ocurrido en el jardín, ella sabía lo que había echo, y por más fría que quería aparentar estar ante la situación, su corazón la traicionaba.

Ella le había brindado calor a muchos cuerpos, muchas veces ni si quiera sabía quien amanecía  a su lado en aquellas habitaciones de hotel. Ella era una alfa dominante, por lo que nunca se contuvo con nadie y hacía su voluntad sin importar lo mucho que lloraran o suplicaran ya que sabía el placer que les provocaba.

Pero aquel Omega con olor a bombón, fue una historia distinta, no podía sacar de su cabeza la mirada vacía que tenía cada vez que su irrespetuoso miembro abusaba del ajustado agujero del Omega.

Con el enojo recorriendo en sus venas Mía lanzó el pequeño vaso de cristal con whisky a la pared.

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Nadie como tú (mujer alfa x hombre omega) omegaverse hetero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora