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Sekushi sonrió levemente mientras se rascaba la nuca, estaba utilizando una bufanda junto con un costoso maquillaje que le había comprado su Daddy, menos mal que le comentó antes que sus padres no sabían en qué estaba trabajando y, al menos para ellos, debía de esconder aquellas notables marcas que dejó sobre su cuello y hombros

— ¿Por qué regresaste a esta hora? —preguntó preocupada la rubia mayor, se sentía tan culpable de hacer trabajar a su hija— ¿Te sientes bien? ¿Estás muy cansada? ¿Le digo a Kireina que no te vaya a molestar cuando llegue?

— ¿Comiste bien? ¿Obtuviste algún descanso? —preguntó preocupado el castaño, se sentía horrible al ver a su pequeño retoñito trabajando hasta el otro día, sin siquiera poder descansar

— Buenos días también para ustedes, claro que me siento bien, quizás estoy un pelín casada, ¡Pero no es nada! No te preocupes por mi pequeño diablillo, ¡Tengo incluso las energías como para irla a buscar a su colegio! Si comí bien, si... tuve descansos —un suave sonrojo cubrió sus mejillas y miró a otro lado

— Me alegro que estés bien cariño —sonrió dulcemente la mujer rubia—. Ven aquí amorcito, dale a mamá un abrazo

— ¡Abrazos a mami! —chilló como niña pequeña y fue a donde su mamá para abrazarla suavemente y darle un pequeño beso en su cachete

— ¿Para papi no hay? —la rubia se puso tensa levemente, pero sonrió alegremente

— ¡Para papi también hay! —chilló y abrazó a su padre riendo levemente

Los tres fueron a ver una película al living, obviamente la rubia los llevó hasta aquel lugar, hasta que llegó la hora de ir por la pequeña niña rubia. La chica sonrió alegremente y se despidió de sus progenitores antes de ir a buscar a su hermana, cuando llegó al establecimiento, aún ni siquiera salían, pero eso la animó a seguir adelante

Sekushi pudo jurar que nunca había visto cosa más bella que a su hermana sonriendo entusiasmada mientras sus ojos brillaban como estrellas en el firmamento, la rubia más alta alzó a la menor y esta se fundió aún más en el cálido abrazo de su hermana mayor, ¿Cuántas veces había soñado en no irse sola, sino que acompañada? La pequeña niña sonrió tomándole de la mano y se despidió de sus amigos

— ¿Sabes pequeño demonio? Hoy me dieron ganas de mimarte —sonrió la mayor y le tiró de la nariz

— ¿Pero cómo harás eso? —preguntó preocupada— ¿Y el dinero para la renta y los medicamentos para papá y mamá? ¿Y mis aspersores de asma?

— No te preocupes por eso —sonrió alegremente despeinando la cabellera de su hermana—. Tu amada Nee-chan consiguió un empleo en el que gana mucho dinero, debes en cuando podrá darte algunos caprichos

— ¡¿E-enserio?! —exclamó sorprendida

— Claro, ¿Cuándo tu amada nee-chan miente? —sonrió confianzudamente

— ¿Cuándo dijiste que rompiste el florero de la abuela y había sido yo? —cuestionó la pequeña rubia

— ¡Lo hice para salvarte el pellejo! Ya sabes que la abuela es un demonio si se enfada —la rubia hizo una cara de horror— ¡No sabes lo que es que te dé con el cinturón en las nalgas! —la mayor tembló levemente y sus lentes no dejaron ver sus ojos— ¡Ahora ve a buscar a esa tienda lo que quieras antes de que me arrepienta! —chilló Sekushi a la vez que apuntaba una tienda de juguetes

— ¡A la orden mi capitán! —exclamó la pequeña y fue corriendo a la tienda

— Ojalá hubieras podido ser mimada con más frecuencia —murmuró con una sonrisa tenue en su rostro, la pequeña rubia apenas tenía juguetes debido a la escasez económica en donde muchas veces la mayor mentía a la hora de decir que había comido en su trabajo para que sus familiares comieran tranquilamente

— ¡Mira, mira! —sonrió la pequeña elevando un pequeño conejo blanco y la mayor sonrió a la vez que le despeinaba el pelo

— ¿Seguro que lo quieres? —la mayor rio a carcajadas cuando vio como la menor lo ponía en la caja— Bien, bien, ya entendí —la rubia pagó aquel peluche y se lo ofreció a su hermana que no dejó de abrazar al pequeño peluche

Ambas hermanas caminaron tranquilamente hasta su casa y al llegar les sonrieron a sus padres, podrían tener varios problemas encima, pero poco o nada les importaba si estaban juntos en familia como siempre, sonriéndole a las adversidades que les daba la vida y aceptando los retos que les imponía

La rubia mayor miró el cielo estrellado y luego miró su celular, Daddy le estaba desando buenas noches y ella también se las dio, junto con aceptar la hora que él había impuesto para que fuera a su hogar, jamás se podría olvidar de los treinta minutos acurrucados

El día siguiente empezó y la rubia mayor le preparó el desayuno a su familia para irse rápidamente a su "trabajo", cuando iba en el transporte público un sujeto le iba empujando y una señora le iba dando codazos, por algo odiaba las horas punta

Al llegar al lugar en donde debía estar, la chica suspiró y sonrió al ver que había llegado justo a tiempo. Sus ojos verdes analizaron el bello lugar y tocó la puerta para que su Sugar Daddy abriera por fin aquella superficie que les separaba

— Te estaba esperando baby, ¿Cómo la pasaste ayer después de que te fueras? —murmuró mirando el culo de la chica cuando la dejó entrar

— Muy bien la verdad, fui a buscar a mi hermana y gracias al dinero que me dio Daddy pude comprarle un peluche para que se jugara, ella realmente no tenía muchos, aparte de los que eran antiguamente míos —sonrió tristemente, Goku le acarició la cabeza con dulzura

— ¿Quieres hablar del tema? —preguntó acariciando su cabello con ternura

— No por ahora —murmuró algo decaída

— ¿Un abrazo? —preguntó

— Eso si que lo acepto —sonrió la chica y se vio rodeada por los fuertes brazos del hombre que la cargó hasta un sillón y la sentó en su regazo para darle suaves mimos

— Eres una muy buena niña, mi baby girl, tan preocupada por su familia —sonrió pequeñamente a la vez que daba suaves toques en la espalda de la chica la cual se acurrucó en su fornido pecho

My Good Baby Girl [Son Goku/CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora