Akaashi sólo curvó hacia arriba levemente sus labios mostrándole una expresión incrédula a Kotaro, el pelinegro quería creerlo, sin embargo; algo dentro de sí lo privaba de creer ciegamente en ese hecho, no obstante, decidió dejarlo un poco de lado
—¿Qué? ¿No me crees?— decía Bokuto en tono de rabieta mientras poco a poco y sin darse cuenta la distancia entre los rostros de ambos se hacía más corta con cada palabra que decía.
El de ojos azulados sintió un leve calor aferrarse en sus mejillas y dejándose llevar acortó con la poca distancia que ya quedaba entre sus labios dándose así un beso lento y torpe, se sentía tan real que todas las inseguridades de antes de disiparon cual nubes de humo en el viento, sintiendo en si las conocidas "mariposas en el estómago" .
Ambos se tanto en el momento que sólo se separaron una vez sintieron que el aire les hacía falta —Está bien, te creo— dijo Akaashi mientras recuperaba nuevamente el aliento e inconscientemente aparecía una pequeña sonrisita de lado en su rostro.
Bokuto sonrió en respuesta para luego con el dedo gordo de su mano derecha acariciar la mejilla de el contrario
[...]
Luego de ese momento tan especial para ambos, comenzaron a hablar de cosas triviales o en general de lo que fuera. Incluso estuvieron un considerable tiempo jugando voleibol con esa red cerca a la cabaña.
Todo se veía tan feliz, tan hermoso, tan perfecto y sobre todo...tan irreal.
Cosa que aunque no quisiera, la mente de Akaashi había creado tan perfectamente bien como para al menos darse cuenta él mismo.