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MÓNICA

La arena se colaba entre los dedos de mis manos. La brisa acompañada con olor a mar me chocaba en la cara, alterando mi pelo. Mis brazos ardían por el efecto del sol.

- ¿Te he dicho ya que te quiero?

Giré mi cabeza para mirarla. Observaba el horizonte, el mar, las olas. Su cara estaba adornada por una sonrisa que la hacia mil veces más guapa. La imité, porque yo también estaba feliz.

- A ver, repite, no te he odio bien.

Se rio y chocamos miradas. El viento le daba de lado y me permitía observarle todo el rostro que se iluminaba por el sol. Era mi paisaje favorito. Levantó su mano y me acarició la cara.

- Me has oído perfectamente.

Se mordió el labio y sus ojos se pararon en mi cuello.

- No, creo que no muy bien. – Dije.

Lentamente se fue acercando a mi cuello. Podía sentir su respiración chocar con mi piel. Me dejó un pequeño besó y subió a mi oreja.

- Te quiero.

Mi piel se erizó ante aquel susurro. En el amor y en la guerra todo vale. Pero eso solo si te ataca la persona indicada. Y Vanesa me conocía. Me conocía tanto que conocía todas mis debilidades y sabia que ella era mi debilidad principal. Jugaba a su favor y se aprovechaba de mis momentos de bajas defensas. Yo no me quejaba. Mis fuertes estaban preparados para que ella los derrotara cuando quisiera. Al principio todas las torres se resisten, pero finalmente acaban cayendo. Eso es lo que me acabó pasando a mi que cuando volvió a atacar mi cuello solté un pequeño gemido.

- Vane, no es el lugar.

- Tranquila, que no vamos a hacer nada. – Me dijo con aquella voz seductora suya.

Apoyó su cuerpo sobre el mío, estirándonos a las dos en la arena. Se apoyó en mi pecho, enredamos piernas y yo la abracé. La abracé con todas las emociones que sentía. La abracé con felicidad, con miedo, mucho miedo, pero sobre todo con amor.

Miré al cielo y recordé la primera vez que la vi en persona, en aquella maquina expendedora. Cómo iba a pensar que por ayudar a alguien mi vida acabaría dando un cambio de 180 grados.

- Soy feliz. – Le dije. – Desde que te conozco he sido capaz de muchas cosas.

- Vayamos a cenar juntas

- ¿Qué?

- Estamos creciendo juntas, aprendiendo cosas nuevas. La Mónica que conocí meses atrás no es la misma Mónica de ahora. Quiero volver a conocerte.

- Pero nos vamos conociendo a medida que vamos viviendo los días

- Es igual. Te quiero redescubrir, Mónica. Quiero invitarte a una cita. Hagamos que no nos conocemos, te citaré en un lugar y a una hora. Tu solo ven guapa.

Después de la discusión con mis padres, que terminó siendo mejor de lo que esperaba, y del viaje exprés de Vanesa, nos quedamos dormidas en la arena. Para mi sorpresa, mis padres no se tomaron a mal mi relación con Vanesa, las malas caras estuvieron presentes al principio, pero tras conversar lo suficiente intentaron ser algo comprensivos e incluso me dieron la oportunidad de llevarla a cenar algún día. Aun así, aquella noche dormí en mi casa y Vanesa en un hotel. Al día siguiente volvimos juntas a Madrid. Me fui sin ella pero volvimos juntas.

- No me llames en toda la tarde. Ven a esta hora a este restaurante. – Me dio un beso rápido y se giró para irse. La atrapé del brazo y la puse cara a cara.

- ¿Cómo sé que no volverás a escapar de mi?

- Tendrás que confiar.

Entré a casa y deshice la maleta. Ordené todo antes de empezar a prepararme. Estaba dispuesta a sorprender a Vanesa. Me duché y me vestí con una camisa blanca, unos tacones plateados y un traje negro y elegante que solo me había puesto una vez en mi vida pero que era ideal para la ocasión. Me maquillé de manera sutil y dejé mi pelo al natural.

Entre arreglo y arreglo ya era casi la hora. Cuando llegué al restaurante y di mi nombre, la camarera me llevó a una habitación apartada de la sala principal. El ambiente era relajante, no entraba nada de sonido. Había una luz tenue, la mesa era blanca y en medio se encontraba una vela aromatizada de vainilla. Me senté en una de las sillas. Segundos después Vanesa entró por la puerta. Se tomó muy en serio aquello de hacer que no nos conocíamos.

- Disculpe, esta mesa está reservada. – Me dijo cuando se acercó a mi.

- La camarera me ha llevado hasta aquí, parece que también es reserva mía.

- Vaya, entonces el destino a querido que nos conozcamos. Soy Vanesa.

- Yo Mónica, encantada. Siéntese.

Y así estuvimos un rato, hablando como completas desconocidas. Y aun aparentando de desconocidas, redescubrí a Vanesa.

- ¿Puedo pedirte un favor? – Dijo después de un gran trago de vino.

- ¿Tan pronto? Nos acabamos de conocer.

- Es algo importante. – Sonrió.

- Está bien, ¿de qué se trata?

- Le he hecho un regalo a la persona más importante de mi vida, pero no se si será de su agrado. ¿Me harías el honor de escucharlo en primicia y decirme si le gustaría?

Una risa se me escapó. Asentí con la cabeza. Ella se levantó y fue a por una guitarra que había al final de la sala.

Desde la misma altura de tus ojos
Voy manteniendo el alma con medida

Los primeros acordes empezaron a sonar. Y me acordé de nuestra primera cita, en su casa, en su piano.

El éxito no está en darse de a poco
Tampoco en resolvernos la partida

En el hueco que va del hombro a tu cuello
Ya me atreví a dejarte alguna cosa
No juegues si es que no vas a quemarte
No reces si la fe ya no te importa

Puedo adentrarte de lleno en mi vida
Acariciarte y quedarme dormida

El día de mi mejor despertar, el día que le dije que la quería.


Sentirme dueña del mundo en tus brazos
Desconectar y encenderte la prisa
Reconocer que me quedo en tus ojos perdida

Una palabra me acercó a tu silla
Ya me vestí a conciencia para verte
Que no se asuste nadie si nos miran

Y ven que nos miramos diferente

....

- Es preciosa. – Dije cuando terminó de cantar, con lágrimas en los ojos.

- ¿Crees que le gustará?

Me levanté de la silla y me acerqué a ella, arrodillándome para quedar cara a cara.

- Es tu mejor canción, me encanta.

- Es tu canción, te lo dije el otro día, te lo digo ahora y te lo diré siempre.

La besé con fuerza, no quería que se fuera, ni en ese momento ni nunca. Era la persona correcta. Era mi persona.

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2021 ⏰

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Tantos bailes - VanicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora