capítulo veintiséis

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Al día siguiente, fuiste conmigo a mi casa.

No parabas de reír porque pensabas que mi escena del día anterior se debía a nada más que la vergüenza de haber deducido lo que pasó antes de que yo llegara. y la verdad es que no te llevé la contraría.

Por otro lado, a mí aún me dolían las piernas por haber corrido desde tu casa hasta la mía, mis ojos aún ardían por haber llorado desde el momento en que salí de tu habitación hasta el momento en el que me quedé dormido en la mía. Y aunque lo logré, no fué para nada fácil disimular un corazón roto.

Heather  - J.JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora