capítulo díez

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Yo estaba cada vez  más enfrascado en qué me gustabas y que tú serías el amor de mi vida y mi “felices para siempre”, según yo, la tardanza era ser capaz de confesarlo en voz alta y frente a tí.

Desafortunadamente para mi, a las chicas les comenzó a gustar tu sonrisa y músculos. Nos invitaban a fiestas y salíamos con grupos grandes, dejamos de ser marginados sociales.

Pero al momento de volver a casa solamente éramos tu y yo.

A mí también me coquetearon, chicas y chicos, pero yo estaba ciego por tí. Y al ver tu rechazo a todas las  chicas que se te acercaban una esperanza comenzó a crecer en mi estómago porque pensé que remotamente podrías sentir lo mismo que yo.

Por ilusiones se vive, dice el dicho.

Heather  - J.JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora