Capítulo III

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El humo y las llamas que desprendía el cuerpo de aquel carnero era festejado por las decenas de personas presentes que ignoraban los rostros de preocupación de sus jefes.

Ochako pasó saliva y la duda comenzó a invadirla cuando vio los susurros entre Toshinori, Enji y su propio padre. De inmediato se volteó para observar a sus amigas y sólo pudo evidenciar el júbilo que estas desprendían al celebrar sus alas.

Sintió un calor sobre su hombre y se volteó alarmada para percatarse de la imponente figura de Merumi a su lado, sus ojos chocolate se encontraron con el rostro serio de la mujer.

—Esto...— sus palabras se vieron interrumpidas al sentir la potente mirada de la mujer prestarle atención. — ¿esto es normal? — preguntó señalando a las pocas llamas que se iban disipando sobre el animal muerto.

La mujer de cabellos negros azulados desvió su mirada hasta el público que brindaba entre la música que emergían los tambores y mantuvo silencio, evaluándola.

—Eres hija de Kenta. — habló la mujer sin duda en su voz.

Ochako asintió por inercia y observó a su padre fruncir el ceño mientras escuchaba a Enji hablar.

—Nunca había leído o escuchado que un carnero se quemara de aquella forma. — susurró la chica mientras sentía sus propias alas mecerse al ritmo del viento.

—No todo está escrito. —confesó la mujer con cautela. —Quizás puedas hablar con tu padre al terminar la ceremonia, él conoce mucho más de nuestra propia historia que yo misma.

La joven muchacha de ojos chocolate asintió dudosa mientras miles de ideas se metían en su cabeza con aquella última frase. Ella creía que todo estaba escrito en los libros polvorientos y extensos que leía hasta el amanecer sin cansancio, o en las mismas historias que su padre o la madre de Mina les relataban respecto a la historia de Inguz.

Sentía una leve presión en su estómago al imaginar que tantos misterios podrían existir en aquel pequeño pueblo de vikingos, pero se sentía tan agotada que prefirió centrarse en la muchedumbre que festejaba frente a sus ojos.

—¡Atención! — la imponente voz de Enji Todoroki hizo callar a la multitud en sólo un par de segundos.

Ochako esperó atenta a que se mencionara algo respecto al reciente acontecimiento.

—Es momento de que las jóvenes elegidas por Freya reciban su marca. — hizo una pausa mientras Yagi Toshinori asentía en compañía de los condes. —Que la fuerza de los dioses las acompañen. — finalizó para invitar al hombre que llevaría a cabo tal tarea.

Ochako apretó fuertemente sus dientes cuando sintió el primer golpe de aquella gran aguja de hueso adentrarse en su piel. Su ceño se frunció parcialmente pero se obligó a mirar a la multitud que aplaudía frente a sus ojos.

Recibir el tatuaje del Vegvísir era un sueño que creía casi imposible, pero ese pensamiento se disipó de su mente cuando observo como se iba formando aquella circunferencia sobre la piel de su muñeca y la tinta se unía a ella para siempre. Para ella fue una satisfacción ver como su propia sangre se iba mezclando con la tinta verdosa de aquella aguja.

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Valhalla (Kacchako)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora