Capítulo IV

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Bebió hasta que comenzó a sentir su cuerpo pesado, Katsuki no estaba acostumbrado a beber en aquellas cantidades, mucho menos cuando debía preparar su cuerpo para futuros enfrentamientos y la resaca no funcionaba como un gran aliado por las mañanas.

Pero había hecho una leve excepción, a fin de cuentas había sido ascendido a caballero real y no podía negar una copa de vino que le ofrecía su Rey, ni tampoco la segunda, ni la tercera; ya en la cuarta se entregó al festejo en aquel castillo y brindó por sus logros.

Tampoco es que sea mal bebedor, claro que no, no había nada que Katsuki hiciera mal, pero cada vez que se excedía de sus límites, fomentados con el vino por supuesto, comenzaban a aquejarlo fuertes y punzantes dolores de cabeza, sumado a un leve hormigueo recorriendo sus brazos los cuales comenzaban a sudar de forma excesiva.

Cuando le comentó aquel descubrimiento a su padre, este le dijo que eran tonterías a causa de su poca costumbre bebiendo, pero ya habían pasado más de cinco años desde que esos dolores lo acechaban y seguían sin alguna explicación.

Más ahora que aquel dolor persistente comenzaba a invadir su cabeza, específicamente en su sien, trató de ignorarlo entre el ruido y desvió su mirada hasta ver como Izuku reía junto a Eijiro.

Luego sintió una mirada sobre su nuca y, con cuidado sin dejarse en evidencia, observó a través del reflejo de uno de los espejos del gran salón.

Junto a Tomura, unos ojos turquesa lo observaban, con una sonrisa sarcástica adornando el levemente bronceado rostro de Dabi.

Apretó su puño y camino hasta donde se encontraban sus compañeros riendo por estupideces. Ese muchacho siempre le había provocado asco; con sus miradas cargadas de burla por llegar a ser un caballero real antes que él y matar a quien tuviera a su paso.

Katsuki lo había visto combatir un par de veces, incluso le parecía extraño que Dabi estuviera en el castillo, él generalmente salía a explorar territorios en solitario volviendo con sus brazos y carretas cargados de oro y riquezas para el rey. Muchos lo idolatraban pero Katsuki lo encontraba un completo estúpido.

Avanzo con dificultad hasta que una fuerte punzada lo hizo detenerse y fruncir su ceño.

—¿Estas bien? — la voz de preocupación de Eijiro lo recibió— ¿Katsuki? — volvió a preguntar el joven guerrero.

—Solo es el vino. — trató de quitarle importancia mientras respiraba.

—El ruido es agobiante. — murmuró Izuku a su lado, quitando la copa que Katsuki traía en sus manos. —Podemos ir a tomar aire al balcón.— sugirió con nerviosismo.

Katsuki se encogió de hombros tratando de aparentar que no le importaban las palabras de Izuku, pero en el fondo de su corazón se lo agradecía, sentía como si se estuviera asfixiando en aquel lugar.

—¿Volvieron los dolores de cabeza? — pegunto Eijiro mientras el cielo estrellado les daba la bienvenida al balcón del castillo.

—Son una puta molestia. — se quejó el rubio observando las antorchas que iluminaban las lúgubres calles de Wessex.

—Espero que te sientas mejor de aquí a que zarpemos, Kacchan.

Katsuki gruñó al escuchar aquel molesto apodo.

—Dicen que Dabi guiará al ejército. — comentó Eijiro mientras sus cabellos se movían con el viento de la noche.

—¿Y por qué ese bastardo? —gruñó el rubio con molestia.

—Ya que tiene experiencia, según dijo mi hermano. — Deku se encogió de hombros.

—Es extraño. — murmuró nuevamente Eijiro, esta vez girándose para observar a sus compañeros a los ojos. — Él nunca realiza expediciones acompañado, pensé que sería Twice quien comandaría esta misión, incluso tú, Katsuki.

Valhalla (Kacchako)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora