(Buon viaggio)
Terminé mis tortitas.-¡Deliciosas!.- Exclame tocando mi llenisima barriga. Recogí mi plato y me encamine a la cocina.
La voz de Beyoncé empezó a cantar Halo. -Mi móvil.- pensé y con la mano derecha comencé a buscar en mi bolsillo mientras con la izquierda hacía malabares para no dejar caer el plato y el vaso de mi desayuno.
Al fin lo encontré y leí en la pantalla. Alisa. Rápidamente conteste entusiasmada.
-¿Lara?.-Pregunto una voz aguda y alegre.
-Sí, ¿qué tal todo Ali?.-
-Estupendo amiga pero te echo muchisimo de menos. Llamaba por si haces algo esta mañana.- Escuchar la voz de mi mejor amiga después de tanto tiempo hizo que se me formase un nudito en la garganta.
-He quedado con una amiga para ir de compras y comer fuera ¿te apuntas?.- dije esperanzada.
-Amiga que no es amiga si no cuñada.- Me delataba traicionera la voz de mi conciencia, aunque por suerte solo yo podía oirla.
-¡Claro chica!, dime hora y sitio y allí estaré tengo que ponerte al día en muchas cosas.- Que linda es, conseguía siempre sacarme una sonrisa. Alisa era mi unica amiga pero teniendola a ella no hacian falta niguna mas. Era... era todo lo contrario a mí. Una morenaza despampanante amiga de todo el mundo. Lo que se dice una chica popular aunque no era como las brujas rubias que salen en las películas de adolescentes, Alisa era una persona encantadora.
-Pues... ¿a las diez en la cafeteria de Matt?.-
-Perfecto Bé allí estaré.-Al escuchar nuestro mote se me escapo una sonrisa. Solo Ali y la profesora Lin me llamaban Bé. El mote se le ocurrió a Lin en una de las cientos de veces que nos pillaba escuchando a nuestra cantante favorita, Beyoncé, en una de sus clases de historia. Mosqueada nos bautizó como las Bé.
Recordar aquello me hizo revivir muchos de los momentos que había pasado con Ali.
Nos despedimos con besos, abrazos, un que ganas de verte y bla, bla, bla. Cuando nos ponemos a hablar por telefono no paramos.
-Señorita ya termino yo, no se preocupe.- dijo Marie tan amable como siempre, mientras me quitaba el plato que aun continuaba bailando sobre mi mano izquierda, y aunque dudé en aceptar, por que prefería recoger lo que ensuciaba, su sonrisa maternal termino de convencerme.
-Gracias.- dije devolviendole la sonrisa.
-Es mi trabajo señorita y me gusta, así que no tiene porque darlas.- respondió sin dejar escapar su sonrisa.- El señor esta en su despacho. La segunda puerta a la izquierda.- aclaro guiñándome un ojo.
Subí las escaleras de dos en dos, Lilian aparecería en cualquier momento y quería despedirme de Cameron. Cuando me desperté no estaba en la cama, solo encontré una nota diciendome que nos veriamos antes de que me fuese. -Pues bien espero que no le moleste que lo interrumpa.-
Llegué al final del tramo con la respiración al limite, estaba claro que debía encontrar tiempo para al menos salir a correr. -Los examenes te engordan.- dijo riendo como una arpía la vocecita de mi cabeza. La ignoré y centre mi atención en la puerta entre abierta del despacho. La voz de Cameron llegó a mis oídos. Estaba enfadado, irritado y parecía que alguien lo estuviese sacando de sus casillas.
La curiosidad pudo conmigo y silenciosa como una pantera apunto de atacar me acerqué mas a la puerta. Por el ojo derecho veía a mi chico ir y venir de un lado para otro mientras hablaba por telefono, pasandose la mano, que quedaba libre, por el pelo una y otra vez. Desde luego estaba enfadado.-Mejor estar lejos.- mi vocecita volvió a hacer acto de presencia. Tenía toda la razón, Cameron era como un león enjaulado en aquel momento pero dispuesta a no intimidarme puse los nudillos en la delicada madera oscura y toque. Empuje la puerta y me quede allí parada, no iba a entrar hasta que no me lo pidiese.