Esta semana por alguna extraña razón (por supuesto sé cual) no he dejado de pensarte. Y esto sucede cada vez que alguien quiere ocupar tu lugar y trata de moverme el corazón, pero estoy tranquila. Serás inolvidable.
El tiempo se mueve al compás de una batalla, que más bien parece la Segunda Guerra Mundial. Derrotas, lágrimas, heridas y mucha tristeza. ¿La peor parte? Ninguno de los dos es el ganador. Yo me levanto del polvo y tú pareces huir para no encontrarme mas, busco otros caminos y de nuevo caigo en el mismo hoyo, tú. Dicen por ahí qué hay quien deja huella y hay quien marca el camino, serías ambos en el universo perfecto pero aquí solo le pusiste un alto a mi andar y no he podido continuar desde que te fuiste. Tal vez por eso te busco en todo, en todos. Tal vez por eso no he podido encontrarte, porqué pareciera que entre más te necesito, menos sé de ti.
¿Y como podría olvidarte? Si te miro en todo, incluso en lo que no existe. Te veo en mis sueños, en mis imaginaciones, en mis memorias.
Me pregunto a donde vas cuando no pienso en ti, donde te metes cuando trato de alcanzarte y al pensar que por fin te atrape te desvaneces en el aire, ¿donde te escondes? Déjame encararte, darte el adiós que nunca pude decir, déjame superar mi miedo más grande, verte y que ya no me veas más a mi.
