Will quería un trabajo para poder salvar a su abuela, mientras luchaba con sus pesadillas, y Demian estaba cansado de escribir cosas de amor sin aún conocerlo.
¿Y si lo único que necesitarán es la simple compañía del otro?
El restaurante estaba lleno, y los camareros no paraban de moverse de un lado a otro. Entre ellos, un castaño despeinado y con mala cara destacaba. Will, como siempre, parecía llevar el peso del mundo sobre sus hombros, ignorando los comentarios y susurros de algunos clientes que se fijaban en su aspecto. Había aprendido a no tomarlos en cuenta y seguía trabajando con la misma seriedad de siempre.
Todo habría sido más sencillo si cierto pelinegro no hubiera decidido aparecer justo ese día. Para colmo, Charlotte insistió en que fuera Will quien lo atendiera, a pesar de las protestas mudas del castaño.
-Pero qué cara -dijo Demian, apenas lo tuvo frente a él-. ¿No tuviste tu sueño de belleza anoche? -Su sonrisa amplia y burlona no tardó en aparecer.
-No tengo por qué darte explicaciones -respondió Will, sin cambiar su expresión ni un ápice-. ¿Qué vas a pedir?
-Lo mismo de ayer.
-Bien... -murmuró Will antes de girarse y marcharse con el pedido.
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Desde su mesa, Demian no podía apartar la vista del castaño. Algo en su expresión apagada y su cabello despeinado le llamaba la atención más de lo que quería admitir. Aunque Will parecía querer ignorarlo por completo, Demian no iba a dejar pasar la oportunidad de seguir molestándolo un poco.
Cuando finalmente le sirvieron el pedido, no perdió la oportunidad de hablarle otra vez.
-Gracias.
-Disfruta -respondió Will con la misma falta de entusiasmo de siempre.
Demian lo miró fijamente, bajando un poco la voz para que solo él pudiera escucharlo.
-¿Tuviste una mala noche?
Will lo miró, sorprendido, pero no dejó que la pregunta lo desconcertara demasiado.
-Eso no importa.
-A mi si me importa.- respondió el pelinegro con una sonrisa, tratando de transmitir algo de confianza.
Will frunció el ceño, claramente irritado.
-Igual no te lo diré. Y deja de tratarme así.
-¿Así cómo?
-Sonríes y ni siquiera me conoces. No sabes qué tipo de persona soy.
Demian no se inmutó, inclinándose un poco hacia él con una mirada divertida.
-Entonces, déjame conocerte.- Will se quedó en silencio, claramente pensando en lo que acababa de escuchar. Finalmente, suspiró, como si estuviera rindiéndose.
-No creo que la jefa quiera.
-¿Hablas de Charlotte?
-Si.- suspiró -Déjame trabajar.
-¿Te gusta Charlotte?- preguntó el pelinegro haciendo que el cuerpo del castaño se detuviera.
Will se detuvo en seco, y su expresión pasó rápidamente de la confusión al desconcierto, antes de que un leve rubor apareciera en sus mejillas.
-¿Qué? Pero... si es tu novia. Tonto.
Demian soltó una carcajada, inclinándose hacia atrás mientras negaba con la cabeza.
-Charlotte, ¿mi novia? Ella es mi hermana.
Will parpadeó, procesando la información mientras el sonrojo en su rostro aumentaba notablemente.
-No... no se parecen en nada.
-Cierto, yo soy más guapo.
-Sí, claro. -Will rodó los ojos, intentando ocultar su vergüenza.
-Al menos no lo niegas. -Demian le lanzó una sonrisa triunfal, logrando que el castaño desviara la mirada mientras un leve sonrojo volvía a asomarse en sus mejillas.
Entre pequeñas risas, los dos continuaron charlando de forma inesperadamente natural. Para cualquiera que los viera desde fuera, parecía que se conocían desde siempre.
No muy lejos, Charlotte observaba la escena con una sonrisa en los labios. Todo estaba saliendo como lo había planeado, y era cuestión de tiempo para que su pequeño empujón diera frutos. Todo gracias a un pequeño malentendido.
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