De alguna manera, antes solía tener la vaga creencia de que incluso si resultaba herida—como siempre—, con el tiempo todo volvería a ser como antes. Como cuando te hacias una herida en la rodilla y se formaba una costra y luego se caía, y tu piel regresa a la normalidad como si nada. No importaba cuantas cosas malas me sucedieran, en algún lugar de mi corazón realmente pensé que...
Pero eso no podría estar más lejos de la verdad, hay cosas que no se pueden recuperar una vez que se han ido. Cuan inocente era yo en aquel
tiempo.Cada decisión que tome tendrá consecuencias, una más que otra. Sabiendo eso, ¿realmente quiero dedicar toda mi vida a la música?.
Soy el tipo de persona que deja que todo fluya, pero también pienso que si quieres que algo suceda tienes que hacer que suceda, si quieres algo ve a por ello, trabaja hasta conseguirlo, sin detenerte, sacrificando algo en el camino para poder obtener ese algo.
Si quiero seguir con mi música, ¿qué es lo que tengo que sacrificar?
Sentí el peso de alguién encima de mi por lo que fui obligada a dejar de vagar por mis pensamientos. Takami se habia subido encima de mi, me observaba con esos brillantes ojos dorados, ojos que me gusta admirar, y ser admirada por ellos. Un poco Incomoda me removí en la cama buscando algo de comodidad.
—¿estas cansada?
¿Lo estaba?, había pasado todo el día componiendo y tocando el violín y la mayor parte de la noche me la pase acostada en la cama como justo ahora. ¿Qué si estaba cansada?, claro que lo estaba, ¿lo diría?, era obvio que no.
Cerré mis ojos y ladeé mi cabeza, casi pude ver como takami sonreía victorioso, se encorvo un poco pegando sus labios en mi muy blanquito cuello para su gusto, se dio la tarea de darle color. Disgustado aquella piel expuesta. Apartando aquellos mechones oscuro que se colaban con su necesidad de dejar pequeños hematomas, sentí como sonrío al escuchar mi primer jadeo salir de entre mis labios y casi maldije por eso.
Insatisfecho aun con lo que hacia comenzó a tocar mis pechos aun cubiertos. Abrió un poco mis piernas colocándose en el medio de estas. Con sus ágiles manos quito tanto la camisa como el sostén que cargaba dejándome expuesta ante él y sin esperar más empezó a lamer, morder y chupar mis senos como si de una golosina se tratará.
Takami es una persona difícil de controlar y aun más cuando esta excitado, un alma salvaje dentro de un pequeño cuerpo. Keigo metió sus traviesas manos por debajo de mi falda negra, levanto un poco la tela dejando a la vista mis rosadas bragas de algodón, con su diestra bajo la braga y comenzó a tocar mi sexo ya húmedo, con su izquierda amasaba uno de mis senos y ante aquella oleada de placer no pude evitar ahogarme en gemidos.