Capítulo 10: un pasado lejano…
El rechinar de los resortes de la cama y el constante golpeteo de la cabecera contra la pared de madera, escuchada en la pequeña habitación de un cutre hotel en alguna zona perdida en el continente, todo un escándalo producido por dos amantes que estaban teniendo un encuentro salvaje.
En esa habitación apestaba sexo y sólo se podía oír gruñidos y gemidos por parte de sus dos ocupantes, entre la oscuridad del pequeño lugar se podía apreciar la delgada figura femenina sentada en el regazo de su amante dando contactos rebotes, que le arrancaban ruidosos gemidos.
"¡Si~!" con una sonrisa salvaje y morbosa sus labios, ella no dejó de mover sus caderas de arriba hacia abajo causando fuertes aplausos del choque entre ambas caderas, "¡Cogeme duró hijo de puta!" insulto con despecho en su propia neblina de lujuria, clavando sus uñas en el pecho de su amante aumento el ritmo errático de sus caderas.
"Estas más deseosa de lo usual" gruñó entre dientes un Naruto de 14 años, que pasaba sus manos por las nalgas de la chica, las amaso con fuerza haciendo que estas se deformaran en entre sus dedos, para darles algunas nalgadas que provocó gruñidos pesados y grabes en ella.
"Pasaron casi tres semanas infeliz bastardo ¡¿Qué esperabas?!" sus nalgas se tornaron rojas por la constante nalgadas que le dieron una placentera picazón de dolor ante cada golpe que hacía que su culo temblara como gelatina.
Ella era una joven de entre 17 y 16 años, piel pálida y blanquecina, una larga cabellera rojiza opaca y unos brillantes ojos marrones, una figura delgada y pequeña con encantadores pechos copa C que rebotaban con alegría por cada empujón que hacia su mente nublarse, una cintura pequeña y un trasero que hizo que sea tentador el nalguearlo con más fuerza.
Apretando sus muslos la chica siguió cabalgando sobre su amante con una sonrisa boba en su rostro, el sentía como la longitud del adolecente estaba rompiendo su pequeño coño apretado que liberaba jugos como una catarata que la hizo casi llorar de placer.
Había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo tuvo dentro de ella, desde el primer momento que ambos tuvieron su primera noche como amantes, sabía que nadie más le daría tanto placer, como sólo él sabía hacerlo.
Su cabellera revoloteando con sus intensos movimientos, se dejó caer sobre el para reclamar sus labios en un apasionado beso, teniendo una batalla de lenguas y compartiendo la saliva uno del otro, sus movimientos en la cama hicieron que está rechinara y se sacudiera con el inminente peligro que se pudiera romper en cualquier momento.
"¡Oh sí! ¡Maldito rompe perras! ¡Estoy cerca!" podía sentir como su cuerpo estaba cerca del inminente clímax que no solo iba a sacudir su mundo, sacudiría su alma, y este sentimiento se volvió más cercano cuando esas resecas manos apretaron sus modestos pechos, sus duros pezones se apretaron contra sus palmas, "¡Oh mierda! ¡mierda! ¡mierda!" balbuceando palabras pocas educativas ella clavo sus uñas en sus hombros.
Sin que la velocidad disminuyera, ella tuvo que dejar caer su cabeza sobre su hombro y lo mordió hasta sacar pequeña gota de sangre cuando la intensidad de sus sentadillas aumento, incluso podía sentir como el infeliz movía sus propias caderas hacia arriba para que su verga llegará hasta lo más profundo de su ser, cerca de rozar la entrada de su útero.
"…" regulando su respiración el jadeo, para con brillo salvajes en sus hombros, decidió terminar con broche de oro, moviéndose más rápidos hasta que sus caderas solo eran borrones, el bajo sus manos tomo el trasero de la chica para levantarse y dar una última estocada que hizo que la pelirroja gritara.