Una tarde Sabina quedó pobre...
Mis ojos (Negros, tristes y sonámbulos)
Se encontraron con los ojos de ella (Negros, tristes y hermosos)
Cuando los buses buscaban sus paradas.
Y los guardias miraban con ternura la situación del país.
Entonces ella, señores, era la musa que no quería ser observada a los ojos.
Me mentía tan dulcemente que sus labios no saltaban a mi, y los mios tampoco los tocaban.
Era una tarde de aquellas en la que uno puede decir con toda honestidad que está vivo.
Su sonrisa adorno los estantes vacíos.
Éramos ella y yo.
Y la risa que hizo que mi ego huyera, que mi corazón despertara.
Y esa risa, simple, como los nervios que me invadían, dejaron pobre a Sabina y me enseñaron la canción mas vergona del mundo.