Recuedo tras recuerdo estallaba aquella noche, destrozando cualquier rastro de serenidad.
Los lápices volaban de un lado a otro, y las paredes se humedecían porque la casa suspiraba llorando.
Las musas se acercaban a las ventanas como quien vigilaba una trinchera.
Se paseaban las letras sobre los sofás, hasta botaron la televisión que solo transmitía señales de auxilio.
El humo hacia tornados sobre el mar hebreo que se imponía con olas inconscientes.
El hastío explotaba al chocar con algún chiste viejo, y manchó el techo. Dejo una grande y horrenda mancha de olvido, que chorreaba las páginas hasta hacerlas una inservible bola de sentimientos.
Los relojes se atascaban con tanto tiempo sin aprovechar.
Yo me trataba de ocultar soñando, cantando y llorando.
Y las musas escapaban...
Y las paredes lloraban...
Y los recuerdos estallaban aquella noche...
