3 Riu Murata.

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La lluvia golpeaba la capucha de Riu, era joven de 17 años de rostro delgado y palido, cabello negro rizado un tanto largo, rasgos asiáticos y labios delgados, su cubre bocas lo tenía debajo de la barbilla, estaba tratando de darle calor a sus frías manos enguantadas con su aliento, las frotaba de manera obsesiva como si le picaran, tenía un traje negro y ajustado que asemejaba a una sudadera y unos yogers, sus kunais estaban bien sujetos al cinto de cuero que llevaba a la cintura, el auricular derecho emitía leves murmullos. Nada fuera de lo normal por su área del distrito 34, después de aquella masacre a la familia Valdure, sabía que las cosas estarían más movidas y caóticas. Riu seguía viendo a los peatones que transitaban raudamente para llegar a sus casas, el joven Murata sentado en la orilla del rasca cielos comenzó a sentir la pesadez sobre sus hombros aun que aun ni siquiera había iniciado el patrullaje.

-atención a todas las unidades se reporta un 10- 14 en la calle Rhodes

-un posible sospechoso o ladrón, iré a echar un vistazo. –se Dijo Riu a sí mismo. Se colocó el cubre bocas y los lentes protectores de neon fosfo. Se ajustó las correas tomo sus cosas, salto por la escalera y comenzó el descenso, bajo 60 pisos de golpe, los kunia salieron por si solos de las correas clavándose profundamente en las paredes, parecía que lo sujetaban como si un cordel invisible estuvieran atándolo , volvió a descender pero con paso más taimado, parecía que movía los metales oscuros con la mente, una vez en el piso 3 se soltó, cayendo con elegancia y rodando en el suelo como una especie de ninja, los Kunias se formaron de manera circular a su alrededor formando una especie de halo, estos volvieron a su lugar quedando inamovibles. Acelero el paso, sus pisadas no se oían al correr, Riu había estado haciéndose pasar por un vigilante, ayudando a chicas que salían de noche a no ser agredidas o secuestradas, deteniendo ladrones o autos, interfiriendo con la ley, tratando  con uno que otro deler que vendía droga a menores, pero desde que la familia Valdure fue sacada del camino, la dificultad se había elevado, todas las bandas criminales estaban mas movidas y la venta de armas que asta ahora era gestionada por la fallecida familia, se había salido de control y la policía estaba mas corrupta de lo normal, los Valdure eran mafiosos, criminales, pero al menos tenían moral y control sobre las cosas y facilitaban todo para los demás, mantenían un orden, y ese orden ya se vio afectado, ahora Murata estaba en un peligro constante porque las familias se lo podían tomar personal, verlo como una mosca en sus planes, molestando y revoloteando en todos lados. El chico se preguntaba quien se había tomado dicha molestia de acabar con la familia mas poderosa de todo el distrito 34, y como encontró su escondite. Muy poco conocían las identidad de Valdure, solo conocían a sus miembros, el mejor escondite para valdure fue esconderse a plena vista hasta ahora. Que le costó la vida a el y a su organización. Murata llego a un callejón donde había tres autos, dos patrullas de policía obstruyendo las vías de escape y otro en medio que parecía ser un auto negro con agujeros de bala, ahora que se percataba y dejo de estar sumido en sus pensamientos, Murata se dio cuenta que las voces de su auricular se habían silenciado, había interferencia y no escuchaba que pidieran refuerzos, salto encima de la patrulla con la elegancia de un felino, y fue hacia la escena, el auto negro estaba destrozado, con agujeros y los ventanales rotos, los cadáveres de los oficiales estaban en el suelo destazados.

-esto es raro...- se dijo a si mismo analizando la escena.-hubo resistencia como para que abrieran fuego, pero no lograron hacerle nada, solo el auto salió afectado, los oficiales fueron cortados con una especie de hoja, quien habrá hecho esto. – al revisar el otro cadáver vio que este tenía heridas de bala de alto calibre, la parte derecha de su cráneo estaba destrozada como si lo hubiera hecho un rifle de asalto.

-lo encontramos. –escucho detrás de él. Una ráfaga de disparos lo alerto antes de tiempo, Murata salto escalando las paredes, los cuchillos saltaron de su lugar y comenzaron a clavarse en los ladrillos ayudándolo a trepar, arrojo uno hacia su atacante, este logro bloquear el kunia con su arma de fuego que era un especie de rifle de asalto pesado y tosco de luces moradas,
Murata volteo a verlo, era un sujeto de pelo corto entre cano, con barba, una cicatriz que le iba de la frente hasta el cuello, vestía un traje negro con un chaleco pesado. Al bloquear el proyectil del chico volvió a apuntar, Rui dio una voltereta hacia atrás impulsándose con la pared, 2 kunias salieron como proyectiles mientras que los demás desviaban las balas, uno se clavó en el hombro del sujeto y el otro logro esquivarlo. Se sacó en seco el cuchillo sin esbozar ningún indicio de dolor, Rui llego al techo rápidamente y comenzó la huida.

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