Dolor

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Estoy harto, cansado de llevar esta vida, pero qué más puedo hacer, así ha sido siempre, creo que me acostumbré. ¿Pero qué estoy diciendo? ¿Cómo podría alguien acostumbrarse a esto así como así? Entonces sólo digamos que acepté mi realidad, pero eso lo hace aún más molesto, duele, duele mucho ser así, o mejor dicho que sean así conmigo.

Mi intención nunca era ser el centro de atención, como mi hermano, simplemente que me notaran, que sepan que estoy ahí. Desde pequeño me sentí opacado por él, no digo que sea su culpa, mi hermano siempre fue el niño hiperactivo que no pasa desapercibido ante nadie, a mí en cambio me costaba más desenvolverme con los demás.

Cada vez que yo tomaba las fuerzas para animarme a pedirle algo a mamá Arthur, siempre venía mi hermano gritando en nombre de ambos. No tenía malas intenciones, él hacía eso siempre, pero me dolía no poder usar mis propias palabras, decidí callar y no hacerme problema por algo tan pequeño.

No tuve una mala infancia, me hice amigo de un osezno polar, lo llamé Kumajiro. Él fue mi único amigo durante esos largos años de niñez, sentía que su compañía era lo único que necesitaba, aprendí a ser feliz a mi modo.

Hasta que llegué a mi adolescencia, dejé de soñar despierto, sentía que quería intentarlo otra vez con la sociedad. Tenía miedo, tantos años estando solo y ahora no sabía cómo tratar con los demás. Buscaba a Alfred y me quedaba a su lado, él era un ser completamente sociable, no como yo, pero creí que si andaba con él podría pertenecer a su grupo de amigos. Fue un error, me sentía totalmente aparte, mi hermano hablaba y hablaba sin parar, todos reían, yo no sabía qué estaba haciendo ahí.

Dejé de juntarme con ellos, dejé de seguir a mi hermano, aunque tampoco le afectó, de alguna manera el hecho de que le diera igual, su indiferencia, dolía, me dolía muy adentro. Volví a aislarme de todos, cada vez que alguien me miraba me ponía algo nervioso, temía que me vieran como el chico raro, el que está solo, el que no tiene amigos. Hasta que me di cuenta que en realidad nunca me estaban mirando, era invisible para todos, si no fuera porque tengo un cuerpo de carne y hueso seguro me traspasarían como a un fantasma. Es realmente doloroso no ser nadie, peor, ser menos que el aire mismo.

Hice mis mejores esfuerzos por superar esa etapa de mi vida, sonreía para ocultar mis penas, aunque nadie me mirara, era lo más amable posible con todos, aunque nadie me hablara. Me contuve, contuve todo ese pesado sentimiento de ser ignorado, traté de poner la mejor cara, en vano, de todas formas luego de cada día podría al fin descargarme llorando en mi almohada. Compartía cuarto con Alfred pero él parecía nunca enterarse de nada, se la pasaba jugando sus videojuegos con el volumen alto. Por un lado me sentía a salvo, descargando mi dolor sin molestar a mi hermano, pero a la vez sentía que quería ser escuchado...

Sufría internamente, no pude hablar con nadie, primero porque jamás me escuchaban, y segundo porque minimicé mi sufrimiento, no quería molestar a los demás con mis problemas. Me odié a mí mismo, me silencié por un buen motivo y a la vez necesitaba ser escuchado por alguien, no podía con palabras pero tal vez con acciones que estaban más allá de mi control, fuera de mi propia estabilidad emocional.

La gente no lo entendería, me sentía tan agobiado en ese momento que sólo encontraba un poco de alivio al dañar mi cuerpo. Realmente necesitaba hacerlo, mi caos mental me estaba matando lentamente, hacer eso me distraía, me relajaba, obviamente esos cortes dolían, pero eso no era nada comparado con el enorme mar de problemas que rebalsaban mi mente. Muchos dirían que eso es de cobardes, que es para llamar la atención, que es una estupidez e incluso que es por moda. Nada más lejos de la realidad, por eso mismo dije que la gente no lo entendería, incluso si se lo explican de primera mano.

A este ritmo sentía que nadie en esta sociedad me entendería, sólo yo mismo, y eso me hacía sentir aún más aislado e incomprendido. Si no fuera porque siempre tuve el apoyo de Kumajiro.... Mi único y fiel amigo, es un oso, sí, no entendía mi dolor, claro, pero nunca se iba de mi lado.

Cubrí mis dos antebrazos con vendas, no quería preocupar a nadie ni que mamá Arthur me regañara por haber hecho eso, de todas formas uso ropa larga. Mi hermano las notó en un descuido mío, me puse muy nervioso, apretaba mis labios para no llorar, mi pulso y mi respiración se agitaron, era mi fin, soy tan obvio.

-¿Para qué llevas eso Matt?

-Um.. Es que... Estoy en un equipo de hokey..

Claro! Una perfecta excusa, después de todo soy canadiense, me sorprendí de lo rápido que lo pensé, el problema era que ahora debía disimular, entrar a un equipo real y tratar con otras personas. No fue tan difícil como creí, de hecho me iba bien, pedí ser el portero, tal vez inconscientemente quería estar solo. Aunque fuera de esa actividad seguía siendo invisible para los demás, ni siquiera me hablaba con los otros chicos del equipo... ¿Qué estoy haciendo aquí? Sólo entré para justificar mis vendas, no me interesa perder mi tiempo en algo así, es raro pero preferí dejar todo y encerrarme a abrazar mi dolor interno, como siempre.

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¿Por qué yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora