𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 𝐢𝐬 𝐭𝐡𝐞 𝐭𝐲𝐩𝐞 𝐨𝐟 𝐝𝐚𝐝...

11. Pesadillas

Levi es el tipo de padre que dejaría que su primogénito duerma en la habitación que comparte con la azabache al saber que tiene pesadillas.

...

Escucha los sollozos de un niño, abre los ojos y rápidamente dirige su mirar a la puerta, ahí estaba Murat, su carita llena de miedo y lágrimas que descienden por sus regordetas mejillas, baja de la cama procurando no levantar a su mujer ni a la bebé que dormía en la cuna, el niño al notar que su padre se dirige a él corre hacía sus brazos buscando refugio, abrazándolo fuertemente como si de esto dependiera su existir, llora silenciosamente frente a el hombre que se encuentra preocupado.

—Vamos a la cocina, mocoso.

Sostiene la mano del niño de cabellos azabaches que se muestra más calmado al tenerlo cerca, le ordena tomar asiento mientras el hombre coloca un poco de leche en un pocillo para hervirla. Unos minutos bastaron para sacar el recipiente del fuego y servir su contenido en una taza de porcelana, revisa los estantes encontrando la miel de abeja para colocar un poco y endulzar la bebida caliente.

—¿Volviste a tener una pesadilla?
—pregunta el hombre acariciando la cabeza de su hijo que bebe rápidamente de la taza, lo observa asentir y la preocupación se vuelve más fuerte, lleva 4 noches así.

—Lo siento—murmura—Quisiera ser tan valiente como tú o mamá, pero...

—También pase por esto, no te preocupes Murat. Por suerte nos tienes a nosotros, jamás...

—Soñé que mami moría en manos de esos gigantes.

El rostro del azabache palideció al escuchar las palabras de su hijo, quisiera decirle que jamás sucedería pero al estar en la legión de reconocimiento tu destino dependía de un hilo tan fino, había tratado de convencer a su mujer de abandonar ese trabajo, por su seguridad y la de sus hijos, era demasiado terca.

Aún así...por primera vez no pudo evitar mentirle a su primogénito.

—No pasará, mocoso. Vayamos a dormir.

Vuelve a acostarse en su lugar, Murat dormía entre los brazos de su madre que ni siquiera se enteró de la situación, el pelinegro coloca su brazo alrededor de la cintura de su mujer, antes de ceder ante el sueño deposita un beso en la mejilla de Mikasa.

—Te amo, por favor no mueras.

Yo también tengo miedo, siento terror de pensar, de imaginar que algún día te podría perder a ti o a mis mocosos. Son el motor de mi vida, por favor...nunca se vayan.