En el cuarto de baño

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Justo ahí, en ese cuarto de baño. Dónde ambos nos entregamos sin medidas, ni reparo alguno. Nos jugamos los puntos de nuestra amistad a la pasión que solo ardía en llamas y que solo el agua que corría sin cesar en nuestros cuerpos, podía calmar.

Tus labios, tu piel, tu cabello rubio ahora mojado por el agua de la regadera, no lo resisto. Eres mi perdición. Nuestros besos eran húmedos y pasionales, tanto que nos hacía perder la razón en la sinfonía de aquella seducción, quería dejarte sin aliento, ser aquel ladrón que tomaba sin permiso todos y cada uno de tus suspiros. Soy codicioso, quiero más y más de ti, me vuelves loco. No recuerdo bien cuál de los dos soltó aquella chispa de aprobación, pero lo que si se, es que no me detendría, no podría. O más bien, no quería.

Estaba bañándome, sin querer olvidé la toalla en mi cama, así que sin más abrí la puerta con la intención de buscarla; pero justo ahí estabas tú, con la toalla en tu ante brazo, supuse que ibas dármela al darte cuenta del mismo detalle de mi despistado ser. La sorpresa era palpable en tus ojos al igual que en los míos, no esperaba para nada verte parado frente a mí, lo más sensato en ese instante hubiera sido tomar la toalla, agradecerte a prisas, cerrar la puerta y hacer de cuenta de que ese momento tan incómodo no ocurrió, pero no pude. No fui tan fuerte en ese momento por qué mi cuerpo se movió solo, estiré mi mano hacia tu brazo derecho y te atraje a mí.

—Leo- ... —te interrumpí atrapando tus labios con los míos, iniciando el beso menos esperado por parte mía, te tomé entre mis brazos, no podía dejarte, era la primera vez que probaba algo tan dulce y adictivo como era tu boca. Quisiste separarte, pero de nuevo, soy codicioso y solo te aprisoné más arrastrándote conmigo dentro del cuarto de baño, logrando cerrar la puerta, en ese momento ambos habíamos dejado en el olvido aquella toalla en el suelo.  

La regadera nunca fue cerrada y quise ser creativo, demonios. No puedo dejar de besarte; luego de unos minutos, bajaste tus defensas ya que al inicio te rehusabas al inicio a corresponderme, rogué por qué no me alejaras de ti y mi deseo fue cumplido. Correspondiste cada uno de mis besos, Dios, me siento realmente vivo. Retrocedimos a pasos torpes, nada importa más en este momento que tú. Con desesperación y anhelo, busco tu piel por debajo de tu ropa ahora mojada, quizá después de esto me des una paliza, pero ¿Qué te puedo decir?, Soy arriesgado.

Abandoné tus labios y pasé a besar tu cuello, el agua fría contrastaba a la perfección con nuestros cuerpos en calor, escuché tus suspiros de placer viendo de reojo como te sonrojabas sin parar, sonríe de lado por ser yo quien te provocaba todas estas sensaciones en ti. Las prendas que llevabas me estorban demasiado.

Me separé un segundo de ti con mis manos en el borde inferior de tu camiseta blanca.

—Tu camiseta me estorba —susurré roncamente contra sus labios, ambos agitados

En el cuarto de baño (Leopika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora