Cariño 💜 10

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Es difícil desprenderse de todos los viejos malos hábitos.

Más aún cuando te encuentras con el alma hecha añicos, y la mente perdida en ideas absurdas.

Sin nadie que te dé una mano y te diga, tranquilo todo irá bien.

Yo no era tan fuerte.

Me dejaba llevar por la multitud, pensando quizá en aquel dicho: "mal de muchos, consuelo de tontos", porque sentía que encajaba allí, con ellos.

Todos, sin excepción, estaban jodidos igual o más que yo.

De todo nuestro grupo ninguno tenía familia ni un futuro que valiese la pena construir.

Así fue como dos días más tarde volvía a casa, y me encontraba otra noche más, junto a mis supuestos amigos, bebiendo sentados al costado de la carretera.

Después de todo lo que había pasado nada podía ir a peor... o eso creía yo.

Aquella noche a pesar de estar con ellos, pasé de las drogas y prácticamente no bebí más que un par de cervezas.

Minho y Yeonjun eran los que estaban más pasados, mientras que Yuta estaba casi como yo.

-¿Qué hacemos hoy?- llegó a mis oídos la típica pregunta.

-Vamos a visitar al cura, que le tengo muchas ganas- dijo Minho, y solo de escucharlo me estremecí.

Ya no quería seguir con esto.

Propuse ir al colegio a romper cosas en lugar de la iglesia, pero nadie me quiso obedecer.

Estaban demasiado pasados de alcohol y drogas para escuchar.

Yo caminaba detrás de todos despacio, realmente quería desaparecer de la faz de la tierra.

Me negaba a seguir haciendo daño.

Habíamos hecho ya suficiente.

Al llegar, fueron corriendo a tirar al suelo los cubos de basura y arrancar unos pósteres de la gala benéfica que había a los costados de la entrada principal.

Yo permanecí abajo de las escaleras, alejado lo más posible, mirando todo sintiéndome impotente, con las manos en los bolsillos.

Al menos no participaría esta vez en aquello.

Mi respiracion se atoró de repente cuando la puerta principal se abrió.

Vi a Wooyoung salir, apenas con un pantalón de deporte y una camiseta, directo hacia Minho.

"No, no, Wooyoung, no salgas..." grité para mis adentros mientras intentaba correr desesperado escaleras arriba.

Todo pasó demasiado rápido, quizá en milésimas de segundo.

Cuando enfoque la vista, Minho le tenía atrapado contra la pared...

Sostenía una navaja apretando su cuello y con la otra mano dentro de los pantalones, le apretaba el trasero.

Se lo veía tan indefenso,  tan pequeñito...

Muchas veces en mi vida había perdido la cabeza, pero jamás como aquel día.

Ver las sucias manos de Minho toqueteando el precioso cuerpo de la persona que yo amaba, fue suficiente para que todo rastro de mi cordura se esfumara.

Podría matarle allí mismo y no me daría ni cuenta.

Minho era grande y con experiencia en peleas, pero yo lo era aún más.

El pecado Woosan SanwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora