Día 1.

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Ya habían pasado unos cuantos días desde que la cuarentena había empezado, bien para algunos, mal para otros. Aunque para aquel chico castaño que se encontraba tirado en su cama significaba tener una excusa para poder pasarse la mitad de su día pegado al ordenador jugando al Warcraft.

¿Y que hay de la otra mitad?

Muy simple, tratar de entablar una conversación con aquel chico rubio de parka naranja que lo traía loco desde hace unos meses atrás. Tomo su celular y empezó a buscar de entre sus contactos aquel que tanto destacaba, y no destacaba por estar nombrado de una forma bastante peculiar, sino por el hecho de era su contacto con mayor cantidad de llamadas perdidas.

No hace falta decir de parte de quien eran todas esas llamadas perdidas, la tentación de sumar una más a la lista se hizo presente y se hubiese hecho realidad de no ser porque el castaño pudo detener su dedo a tiempo.

Ya sabía cual iba a ser el resultado, así que esta vez que se atrevía a usar otro método que había estado pensando desde hace un tiempo decidió que en lugar de llamarlo le iba a mandar un mensaje. Algo que sonaba fácil pero para Clyde era una misión que requería pensar en detalle lo que iba a escribir a Kenny.

Miró el techo de su habitación pensativo intentado averiguar una perfecta forma de iniciar una buena conversación sin que se viese su desespero, aunque tomando en cuenta que a estas alturas el mayor era totalmente consciente de las numerosas llamadas que el menor le había intentado hacer, eso ya era un indicio de sus intenciones.

En fin, el castaño fue directo al chat con el rubio y sus dedos se quedaron estáticos al no saber como captar su atención en forma de una mensaje de texto. Sabía que debía ser algo lo suficientemente bueno como para que el mayor no lo ignorase por completo.

Pensó durante un rato tratando de formar un saludo ideal, no tenía que ser extremadamente educado ni actuar como si hubiese establecido una amistad con el desde hace años. De hecho ni siquiera sabía si el de bajos recursos lo consideraba un amigo, tal vez a lo mucho solo eran simples conocidos.

Conocidos antes, desde hoy se harían amigos y en algún futuro no tan lejano pareja. Claro, siempre y cuando el pobre ponía de su parte y le contestaba el mensaje, porque de no hacerlo el proceso en el cual ambos se hicieran parejas pudieran ir de un par de meses a probablemente un par de años.

Así que se podría decir que todo estaba en manos de Kenny, sería como tirar una moneda al aire o apostar en la rueda del casino, solo que en esta vez el casino tiene incluso más posibilidades de ganar que las que ya de por si posee.

Menos de un cincuenta por ciento de probabilidades de éxito, puede ser que incluso menos que veinticinco en este caso. Unas probabilidades tan bajas que harían que la mayoría se replantee de la situación, pero en el caso de Clyde...

Nah, igual le servía.

Ya con una idea clara de lo que le iba a mandar empezó a escribir letra por letra asegurándose de que no cometer la más mínima falta ortográfica, quería hacerlo lo mejor que pudiese con tal de poder quedar bien. Probablemente estuvo como unos tres minutos releyendo el mensaje y asegurándose que fuese lo suficientemente bueno como para no terminar arrepintiéndose segundos después de haberlo enviado.

Cuando finalmente se decidió de mandar el mensaje justo antes dio un profundo respiro tratando de tranquilizarse para luego presionar su pulgar sobre el botón enviar.

-Hola.

Si, lo que tanto le había costado pensar y llevado tantos minutos termino en una sola palabra. Un saludo perfecto a sus ojos.

Bueno, tampoco es como que se le pudiese exigir mucho a un chico como Clyde, y mucho menos en esta clase de temas.

Apenas mando el mensaje dejo a un lado su teléfono esperando el sonido de la notificación del rubio respondiéndole el saludo, aunque no paso ni dos minutos y ya el castaño se encontraba con la mirada clavada en el dispositivo esperando pacientemente una respuesta.

Clenny Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora