CAPÍTULO 1

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Muchas personas podían considerar que aún era temprano y muchas otras que ya era tarde. Pero para Tsukishima Kei era absurdamente temprano, la luz de la luna entraba por la ventana aún y las estrellas decoraban el cielo nocturno.

Por eso se sintió tan molesto cuando Kenjirou Kyoko, su novia, se escabulló de entre sus brazos para levantarse como todas las mañanas a correr.

Se despertó en cuanto la delgada y tibia mano de su novia le obligo a quitar su brazo de su cómoda y pequeña cintura pero no dijo nada pues aún estaba intentando tener aunque sea un pequeño momento de lucidez.

Vió a la delgada chica desaparecer por la puerta cosa que tomó como señal para reincorporarse con dificultad. Dió un largo bostezo y se talló los ojos con fuerza intentando aclarar su vista de manera inútil pues minutos después recordó que usaba gafas.

Kyoko, o más bien la silueta borrosa que supuso que era ella, entro por la puerta, intento enfocar los ojos pero seguía viendo todo sin poder enfocar.

—Son las cinco de la mañana, Kyoko —le hablo con una voz aún sin mucha claridez, ni siquiera había visto la hora en su reloj pero ya lo tenía bastante claro, siempre se levantaba a la misma hora.

—Y creo recordar que no tienes turno hoy ¿Es jueves no? —intentó ponerle una excusa.

Sabía perfectamente lo que iba a hacer pero quiso intentar persuadirle, quería disfrutar un rato más de paz antes de ir a a escuela.

Vió que aquella silueta borrosa hizo algo y al no ver lo tomó como una señal para estirarse a alcanzar su gafas de una vez por todas.

—Saldre a correr, Kei —le dijo Kyoko.

—Ya saliste ayer —acomodó sus gafas en sus orejas y las deslizó por su nariz, parpadeo una vez y de pronto ese mundo borroso era nítido.

—Ese es el punto, sigue durmiendo.

La castaña se acercó y depósito un beso en su mejilla desapareciendo una vez más por la puerta.

Tocó en donde habían estado los labios de la chica unos segundos antes de dejarse caer a la cama boca arriba.

Lo que no sabía Kyoko es que como ya era costumbre se le haría eterna la búsqueda de poder conciliar el sueño, como todas las noches. Pasaba horas observando a Kyoko dormir calmadamente antes de siquiera poder descansar los ojos encontrándose con un mundo negro y la desesperación de no poder caer dormido una vez más.

Llevaba un corto tiempo de esa manera, y no sabia el porqué, pero al dormir de vez en cuando con Kyoko se calmaba un poco.

Se giró sobre si mismo para ver la camiseta que colgaba en la pared y aunque estaba en extremo incómodo por la posición en que estaban sus gafas tras largos minutos divagando pudo conciliar el sueño una vez más.

El sonido de un teléfono apagándose fue lo que le volvió a despertar y con los ojos siguió a la bella y sudada castaña que revolvía en su clóset, supuso que habían pasado treinta o cuarenta minutos desde que había caído dormido. Kyoko volvió a desaparecer pero esta vez escucho la regadera a lo lejos.

Tomó su celular de la mesa de noche y empezó a responder los mensajes de Yamaguchi de la noche anterior diciendole que pasara a buscarles en un rato.

—Buenos días —Kyoko volvió a aparecer pero esta vez solo era una cabeza que asomaba por el marco de la puerta con una toalla envolviendo su cabello— necesito vestirme ¿Puedes darte la vuelta?.

De hecho podía, pero no quería, aquel pudor que su novia aún guardaba le enfermaba y quería destruirlo. No es como si jamás hubiera visto el cuerpo de una chica, el internet existía.

Reflection [Tsukishima Kei]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora