Entre audibles quejidos, Horacio abría sus ojos, sin recordar que hace tan solo unas horas estaba pereciendo congelado bajo aquella violenta tormenta de nieve. Intentó estirarse, sintiendo sus músculos adoloridos.
Apenas comprendió que no estaba en casa, se removió alarmado, sintiendo sobre sí el peso de una gruesa frazada, era suave y olía bien. Se encontraba tendido sobre un sofá de gran tamaño y bastante acolchado. Miró a su alrededor, la decoración era simple, mezclando texturas con telas y hermosas rocas que conformaban las paredes. Lo que más llamó su atención fue la enorme chimenea a su lado, cuyo chispear del fuego encendido lograba traerle paz.
—¿Hola...? — Habló despacio, subiendo el tono de su voz —¿H-hay alguien? — Silencio absoluto. Suspiró pesadamente, con el ceño fruncido. Despeinó su cresta y talló sus ojos tratando de despertar bien. No comprendía nada, estaba solo allí. Aún adolorido, se levantó encontrando en una mesita contigua por fin una pista de su paraje.
Era una nota escrita en una vieja libreta, que con tinta ponía en alemán "Ich hoffe, alles ist in Ordnung, seien Sie beim nächsten Mal vorsichtig." [Espero que esté todo bien, ten cuidado la próxima vez]. Nada raro, pensó, pues ese era el idioma del pueblo. Sin embargo, se notaban pequeños rayones sobre ciertas palabras, como si quien las hubiese escrito estuviese inseguro de su elección de términos, gramática y ortografía. Dejando aquel curioso dato vagar libremente por su mente, Horacio escribió un mensaje de agradecimiento.
Al salir de allí quedó inmóvil, pues no creía lo que veía. Si bien estaba todo cubierto de nieve, el cielo yacía completamente despejado, adornado con magnificencia por un poderoso sol que iluminaba todo el paisaje. Aquello, además de ser un espectáculo hermoso para el de cresta, significó la facilitación de ubicarse para emprender rumbo a su hogar, pues veía a lo lejos las montañas que le servían de guías, comenzando a caminar decidido en aquel bosque.
Llegó a casa cansado, corriendo a preparar y hornear el pan para ese día, pues era un trabajo enormemente tardado y laborioso. Se vio así mismo distraído pensando en aquel extraño lugar, recordando por fin los últimos sucesos.
La presencia de aquella silueta frente a él. Logró rememorar esa borrosa imagen en su mente. Un jadeo escapó de sus labios, volteando sus ojos al dibujo del pequeño Julián que yacía en la parte interior del mesón aún.
Resopló negando, ya estaba teniendo ideas extrañas otra vez, probablemente necesitaba un buen descanso.
Tras un largo día de trabajo, Horacio finalmente cerró la panadería, bajando las cortinillas y colocando algo de música para ponerse a limpiar y ordenar, siendo interrumpido por el constante pero sutil sonido de alguien tocando en su puerta de vidrio. Ya estaba oscuro, era de noche ¿Quién vendría a comprar pan a estas horas? Peinando a un lado su cresta llegó a la entrada y giró el pomo de la puerta, quedando en completo shock ante la persona que allí estaba de pie frente a él.
—Tú... — susurró el moreno, sintiendo su pulso acelerarse con algo de miedo. Era aquel pálido hombre de gran altura que vio antes de caer en la nieve el día anterior. No recibió respuesta alguna, el peligris sólo se limitó a mirarle.
Con torpeza, estiró sus brazos dejando en las manos de Horacio una caja de mediano tamaño. Asintió una vez como una reverencia a modo de despedida y dio media vuelta a paso rápido, perdiéndose en la oscuridad del boscoso camino. —P-pero... —
Suspiró el moreno tras aquel perdido balbuceo, sabiendo que ya no le oiría. Quedó hipnotizado observando su silueta antes de que la falta de luz le impidiese verle por más tiempo, entrándose de nuevo a casa, pero ahora con esa cajita en su posesión.
—Vamos a ver... — susurró para sí mismo, abriéndola sobre la mesa. Sus ojos se abrieron sorprendidos, y una sonrisa se formó en sus labios, —mi bufanda... —
La acercó a su rostro para sentir una vez más la suavidad de su lana, soltando un jadeo al percibir levemente en ella, el perfume que recordaba haber notado en aquella frazada bajo la que despertó. Su corazón latió nervioso, inquieto. Una vez más llevó su vista a la caja, comenzando a sentir sus mejillas arder con algo de vergüenza, pues no esperaba encontrar nada más. Había allí un grueso suéter de lana junto a otra notita: "Vergessen Sie nicht, sich warm anzuziehen." [No olvides abrigarte].
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❆ Volkacio AU ~ 𝐅𝐥𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐍𝐢𝐞𝐯𝐞 ❆
Fanfiction「𝘊𝘶𝘳𝘪𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘭𝘦𝘺𝘦𝘯𝘥𝘢𝘴 𝘪𝘯𝘷𝘦𝘳𝘯𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘦𝘯𝘷𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘣𝘭𝘰 𝘦𝘯 𝘓𝘰𝘴 𝘈𝘭𝘱𝘦𝘴 𝘚𝘶𝘪𝘻𝘰𝘴」 ❆ Historia Completa. ❆ Pocos capítulos. ❆ Volkacio AU Pueden ver éste y otros escritos terminados que no...