ღ Capítulo 5 ღ

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—Si gustas...puedo encaminarte, ya está oscuro allá afuera— espetó el peligris con sincera preocupación, mientras comenzaba a abrigarse sin darle chance a negarse. Horacio miró al suelo asintiendo, deleitado en su curioso acento que le hacía sonar tierno según él.

Mientras el de cresta terminaba de tomarse el café que le había servido de un solo trago, el contrario salió primero de casa, esperándole afuera. Terminó de abrigarse y salió de allí, cerrando despacio la puerta.

Una vez afuera, encontró al alto hombre de pie en medio de la oscuridad sosteniendo una antigua lámpara de mano para iluminar su camino entre el boscoso camino. Sus pies volvieron a enterrarse en la espesa nieve, siendo sorprendido por otra cosa. Por primera vez, lograba ver el cielo nocturno totalmente estrellado, sin ninguna nube entorpeciendo las vistas. Sin aliento jadeó asombrado, fascinado con aquel imponente espectáculo. En completo silencio observaba el brillante firmamento que se posaba sobre sus cabezas, sin darse cuenta del tiempo que pasaba. Sin embargo, a su lado estaba aún el peligris, esperándole pacientemente con una pequeña sonrisa.

Horacio bajó su mirada de aquella noche estrellada, dándose cuenta de que seguían allí de pie junto a la casa. Avergonzado se disculpó, siendo tranquilizado por el mayor, —No te preocupes...vamos— dijo riendo suavemente.

—¿Por qué el cielo no puede estar así sin nubes por siempre? — preguntó el moreno, sonando casi como un niño.

—Tal vez...porque es invierno...? — Respondió posando sus grisáceos ojos en su rostro iluminado por la luna.

—Pero... ayer y hoy ha estado despejado el cielo—Respondió Horacio haciendo pucheros.

—Ehm...p-pues...c-coincidencia, sí...qué raro— balbuceó torpemente, acelerando su paso entre los árboles que comenzaban a tapar la luz natural de la noche.

Un silencio se produjo entre ellos, sin embargo, no estaban incómodos, de hecho, a ambos les había hecho algo de gracia lo recién ocurrido, ocultando en aquella oscuridad sus incipientes sonrisas y el brillo en sus ojos.

—Nunca me dijiste tu nombre— La voz de Horacio irrumpió con timidez, esperando no enfadarle. Le oyó titubear inseguro, diciendo cosas en un idioma que no estaba comprendiendo en absoluto, paró en seco, ya estaban cerca del pueblo.

Aquel hombre levantó su lámpara de mano a la altura de sus cabezas, buscando la mirada del de cresta un halo de confianza. Suspiró rendido, cediendo ante el menor. Acercó sus labios al oído del moreno, susurrando —Es un secreto...— Horacio sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, erizando toda su piel y nublando por completo su mente. Se alejó dando un paso atrás, respirando aceleradamente. Sus miradas conectaron un momento, percibiendo un silencioso caos envolverles.

—Es mejor que entres a casa Horacio, la tormenta se avecina y no quiero que enfermes— Advirtió el ruso en tono suave, recibiendo un asentimiento como respuesta. El de cresta se aferró a su abrigo, dando pasos hacia atrás sin dejar de mirarle. —Buenas noches...— murmuró en dirección al peligris, moviendo su mano en señal de despedida. El mayor sonrió en respuesta a tan dulce acción, devolviendo el mismo gesto con su mano.

Horacio volteó un segundo para abrir su puerta, frunciendo el ceño ante una duda que le surgió. —Espera, ¿Cómo sabes que ahora viene una tormenta de n...? —No pudo terminar su pregunta, pues apenas se había girado, ya no estaba.

El de cresta se encontraba completamente solo junto a la lámpara que yacía en el suelo. Sólo oía el sonido de la brisa recorrer entre las copas de los árboles. El camino estaba completamente vacío. Miró a su alrededor, sintiendo sus latidos acelerarse, aterrado. Temblando, soltó una bocanada de aire, tomando en sus manos aquella fuente de luz para entrarla a casa. Tal vez el peligris llevaba prisa... no podía simplemente...desaparecer.

Ingresó a su hogar, poniéndose rápidamente el pijama y dándole vueltas a todo, extrañado. Tan solo unos minutos pasaron y ocurrió. Una poderosa tormenta daba inicio, tapando por completo la visión del paisaje nocturno y llenando todo de nieve. ¿En qué momento habían vuelto las nubes a cubrir los cielos? Agitó su cabeza, removiendo todo pensamiento. —Es mejor que me vaya a dormir— murmuró, yendo a apagar aquella lámpara.

Una fuerte presión se alojó en su pecho, cargado de emoción y curiosidad al ver que había dos palabras talladas hermosamente en delicadas letras cursivas, descubriendo por fin el nombre de tan misterioso hombre —Así que... 'Viktor Volkov'—

❆ Volkacio AU ~ 𝐅𝐥𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐍𝐢𝐞𝐯𝐞  ❆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora