Capítulo 5

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Emily

Quisiera dejar de verlo, pero no puedo. Mi atención no está en el archivo que redacto o en las palabras de Brenda, la jefa de contabilidad, toda mi atención está dirigida a Jordan y cómo se mueve por la sala de juntas, tienen actualmente un caso muy delicado y lo que lo hace peor es que la parte contraria está dirigida por su padre, él no lo dice, él no lo demuestra, pero veo como es que su postura cambió, es más duro en carácter y frunce su ceño como antes. No me gusta, este Jordan que vemos ahora no es el mismo que busca un cambio.

—¡No me importa lo que tengan que hacer, no queda carpeta sin revisar! —golpea su puño en el escritorio asustando a los demás.

Está exaltado cuando pasa a lado de mi escritorio y se encierra en su oficina, no me molesta que ni siquiera me voltee a ver, no quiere herirme, el intenta ser diferente, pero el tema de sus padres siempre es un punto de quiebre.

—El señor Ferreira, su padre, ganará el caso y nosotros tendremos días de infierno—por primera vez escucho la venenosa voz de Brenda.

—Jordan sabe lo que hace, es mejor que su papá—digo defendiendo sus capacidades—Y ahora vete antes de que te escuche hablar de ese modo.

Brenda entorna sus ojos cansada de oírme defenderlo, yo puedo hacerlo siempre sin siquiera titubear porque conozco a Jordan lo suficiente para saberlo mejor que nadie, cuando este hombre se dedica a algo no hay otro resultado que no sea el de él siendo el ganador.

Me aliso mi falda negra que combina con mi pequeño saco para por fin entrar a donde el ogro.

—Hola, Jordan ¿Puedo pasar? —levanta la mirada a mí y me dedica esa sonrisa que tanto extrañaba, pero me hace un poco de ruido que no sea completamente geniuna.

—Adelante, dulzura. Tú no tienes que preguntar.

Me acomodo en la silla que tiene frente a su escritorio mirando con cariño todo lo que se ha encargado de formar él solo en pocos meses.

—Es verdad. Pero, no dejas de ser mi jefe así que te debo mínimo ese acto de respeto—vuelve a sonreír derritiendo una parte de mi corazón. Me encanta cuando estamos los dos y simplemente es él, no un abogado, no un hijo perfecto, solo Jordan.

—Procuré adelantar la reunión de hoy para que llevemos a Trevor a su cita con el pediatra, es su tercer mes, Dulzura, pronto irá caminando y no sabré en qué momento ocurrió.

Mi garganta se cierra temiendo lo que voy a decirle, odio arruinar la ilusión que tiene en su voz, pero es necesario. No quiero herirlo.

—De hecho... Tyler pidió ir conmigo para asegurarse de que el bebé está bien—mi tono disminuyó considerablemente.

El silencio es algo a lo que aprendí a acostumbrarme con él, aún recuerdo la primera vez que le pregunté por qué siempre era callado, su respuesta fue simple:

—No necesito hablar para apreciarte, en silencio amamos, en silencio pensamos, tu sabrás cuál de las dos eliges, ambas son aplicables contigo, lo que puedes tener por seguro es que siempre escucho.

—Oh, bueno —su voz interrumpe mis breves pensamientos— Admito que no esperaba eso—se levanta de la silla de su escritorio y avanza hasta quedar arrodillado frente a mí. Aún sentada puedo sentir como mis piernas tiemblan y espero el momento en que me diga algo hiriente.

—Jordan, yo...

—Está bien, dulzura. Es el papá. Ve con él y me cuentas lo que pase o si necesitas algo.

Inevitablemente algo punza en mi pecho, no sé si es por el hecho de que sea tan comprensivo o porque esa misma comprensión me hace sentir desechable en su vida.

Todo de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora