El bebé más adorable del mundo III

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El bebé más adorable del mundo III

Yuuri, Gunter y Anissina estaban en graves problemas. Un enorme lobo albino amenazaba con atacarlos en cualquier momento y estaban al borde del abismo. La bestia estaba lista para saltar, con los pelos del lomo erizados y las garras desplegadas. Sus fauces abiertas revelaban enormes colmillos afilados y sus ardientes pupilas azules brillaban feroces.

El primer impulso de Gunter y Yuuri fue de defensa y ambos tuvieron que reprimir el deseo de desenfundar sus espadas. A Anissina la habían enviado detrás de ellos para protegerla. Con un gran esfuerzo de voluntad, se quedaron inmóviles. Respirando con calma para impedir que el pánico los invadiera y que el lobo percibiera el olor inconfundible del miedo.

—He sobrevivido dos días acampando al aire libre... —cuchicheó Yuuri para sí— ¡¿Y ahora tengo que enfrentarme a un lobo hambriento?!

El lobo alzó la cabeza todavía más, olfateando, y emitió un rugido.

Mazokus...

Yuuri, Anissina y Gunter escucharon atónitos. ¡Eran palabras!

Si vinieron hasta aquí solo puede significar una cosa...

Yuuri contempló a la criatura, boquiabierto. ¡Aquella voz lenta y atronadora parecía hablar como si se tratara de una persona y no de un animal!

—... quieren el fruto de la sabiduría...

Las últimas palabras cambiaron el miedo por el desconcierto; Yuuri se acercó un poco más hacia el lobo, y repitió sus palabras en voz alta.

—¡Si, el fruto de la sabiduría! —Como si no se percatara de que se había arriesgado demasiado, Yuuri se dirigió al lobo albino con fascinación—. Necesito ese fruto. Mi esposo se convirtió en un bebé por error, y necesito devolverlo a la normalidad. ¿Sabes dónde puedo encontrarlo?

El lobo abrió el hocico y un rugido escalofriante sacudió el aire.

¡Atrás, Mazoku!

—¡Majestad! —Gunter sujetó el brazo del rey con firmeza para que retrocediera. Yuuri obedeció ante la mirada llena de furia del lobo.

¿Majestad? —Según pronunciaba esas palabras, el lobo comenzó a pasearse de un lado a otro—.¿Eres un rey?

Yuuri hizo una profunda inspiración y, esta vez, habló con cautela.

—Algo así, soy el Maou —le explicó—. Y de verdad necesito encontrar el fruto de la sabiduría.

Los títulos no significan, mucho por estos rumbos —dijo el Lobo con cierto grado de sorna—. Lo que un hombre hace es más importante que lo que es.

Para sorpresa del animal, Yuuri estuvo de acuerdo.

—Pensamos igual.

El hocico del lobo se enarcó levemente en lo que quizá fuese una sonrisa.

Vaya, resultaste ser interesante, muchacho.

—Entonces, ¿me indicarás el camino hacia el huerto del viejo sabio? —insistió Yuuri, desesperado, y sintiendo que se le acababa el tiempo. No sabía si en realidad el fruto funcionaría ni qué consecuencias tendría si lo hacía, pero debía intentarlo. Era una locura. Si, lo era. Pero suplicar al lobo para que los guiara en el camino era su mejor alternativa en una situación en la que, por desgracia, no se tenían muchas.

La caótica vida de la familia realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora