𝐋𝐢𝐧𝐝𝐨

275 25 4
                                    

Todo se encontraba en armonía, como el pequeño departamento de un piso. Un muchacho con una taza de chocolate caliente sobre sus manos, cobijas suaves como la seda, pero tan cálidas como la más gruesa lana.

Nanon se encontraba con la mirada perdida en algún universo, sus ojos iluminados y brillantes por la tenue fogata de la estufa. Se preguntaba si su corazón palpitante estaría en buen estado, se arrepintió y la culpa invadió sus pensamientos al darse cuenta que quizás a su amado podría haberle pasado algo debido a la avasalladora tormenta. Suspiró.

- Por favor, no tardes - Susurró para sí mismo. Nanon no lo escucharía.

Esa noche planteó tener una bonita noche de mimos con su gran novio, y vieran alguna serie o película como generalmente lo hacían dos o tres veces a la semana, pero ese día no tenía previsto que el clima cambiara tan drásticamente ocasionando una gran tormenta, hacía bastante tiempo que no ocurría algo así en Bangkok.

Chimon tenía miedo de que a su Nong le haya pasado algo, Nanon le temía a las tormentas, incluso si no se lo había dicho directamente, él lo sabía. Se había dado cuenta una noche, ellos en ese entonces tenían pocos meses de relación y ese día se encontraban en la casa de Nanon, estaban acostados en su cama bien acurrucados entre suaves cobijas y dulces abrazos. Se desató una tormenta pero ellos no le prestaron mucha atención a ésta en ese momento, estaban más concentrados en darse muchos mimos y hablas de cosas triviales, hasta que un trueno rugió entre las pesadas y oscuras nubes y que comenzaron a soltar gotas de agua que se percibían como baldes de agua cayendo en seco sobre el asfalto. El corpulento cuerpo de Nanon se había tensado al instante, sin poder controlar el pequeño tiritar de sus manos y aunque su pequeño novio le preguntó el porqué de su repentina reacción, él se excusó diciendo que era solo el frío, pero el pequeño de altura sabía bien que no era solo eso, mas no quiso darle vueltas al asunto para no incomodar a su gran novio.

Por esta razón su pierna no podía parar de moverse con pequeños y rápidos movimientos de arriba a abajo que lograban calmar un poco su ansiedad por ver llegar al grande y alto pelinegro.

Fue a la cocina a dejar la taza recién usada para lavarla, no tenía realmente algo que hacer más que esperar a su novio, aunque no podía pensar claro realmente, el miedo y la ansiedad lo carcomía, sentía que el tiempo corría muy lento. Pero el tiempo volvió a la normalidad para el azabache y sus nervios se esfumaron cuando escucho la puerta principal abrirse y escuchar un leve y tembloroso "Ya estoy en casa" por parte de Nanon.

Corrió a su encuentro y sin importancia alguna estiró sus brazos y saltó hacía el, enrollado sus delgadas piernas en las caderas contrarias.

- Nanon tonto, tonto - Le reprochó escondiéndose en su cuello, su ropa estaba mojada por la lluvia y se encontraba fría, pero al de baja estatura poco le importó - ¡Estaba tan preocupado! Sentía que me iba a morir sabiendo que estabas tú afuera solito en la tormenta, tuve mucho miedo de que te pasara algo, Nany - Su voz era amortiguada por el abrigo del más alto.

- Amor, tranquilo estoy aquí - Abrazo a Chimon como si su vida dependiera del pequeño ser entre sus brazos - Yo también tenía miedo, solo quería llegar a casa - Su voz sonaba débil, sus ojos volvieron a cristalizarse de a poco - Pero estoy en casa Mon, ya estoy contigo - El azabache mantenía a su pequeño novio bien sujeto abrazándolo, la sensación de paz que le transmitía su cálido cuerpo le hacía sentirse un niño que se encontraba abrazado por los dulces brazos de su madre.

Chimon al darse cuenta de la angustia se separó un poco logrando ver su cara, tenía sus brillantes ojos levemente hinchados y un poco rojos al igual que su nariz, pequeñas gotas caían de su cabello mojado y se deslizaban por toda la piel. A Chimon se le partió el corazón verlo tan vulnerable y pequeño en cierto sentido, como un pequeño cachorro mojado y asustadizo llegando a la casa de su dueño después de haberse perdido. Incluso si Nanon le sacaba dos cabezas de altura, él podía ser un hermoso bebé cuando se encontraba vulnerable y con necesidad de muchos mimos por parte de su pequeño novio, a Chimon no le molestaba para nada eso, pero no le gustaba ver a su "bebé" mal.

Pequeño~NaMonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora