CAPÍTULO I

105 7 0
                                    

Keiran Velt

Me encontraba de nuevo en aquel bar de Coruscant, era bastante elegante pero con muchas cosas ilegales así que era perfecto para conseguir un poco de trabajo.

No solía venir a emborracharme, de hecho venía por esas historias magníficas sobre aquellas épocas donde el Imperio no existía y todos (o la mayoría) tenía su fé puesta en la Fuerza y por supuesto en los JEDI.

Las historias sobre aquel que fue el Maestro del ahora Lord Vader me parecen alucinantes aunque la mayoría piense que es un mito, pues después de la famosa Orden 66 -que consistía en acabar con todos los JEDI- no se supo nada de él.

-Maldita sea.- susurro y observo por séptima vez en la semana a aquel sujeto de cabello castaño, ojos marrones y tés morena clara observarme desde un par de asientos alejados de mí.

Siempre es lo mismo, siento como clava su mirada en mí hasta ponerme incómoda y hacerme salir del bar para evadirlo.

🔸

-Si no hablas te romperé cada hueso de tu asqueroso cuerpo así que dime dónde tienes la mercancía.- necesitaba esas armas, me pagarían bastante bien

-No creo que la persona a la que le trabajas quiera verme lastimado

-A esa persona solo le importan las armas.-golpeaba su rostro con mi puño haciéndolo sangrar-. ¡Habla ahora!

-Aquella caja.-movía la cabeza en dirección al objeto. Caminé hacia ella para serciorarme-. Ahí lo tienes, ahora déjame ir

-Claro. ¿Para que me persigas después?.-le sonreí y me lanzó una mirada apuñalante

-No lo haré.-intentaba safarse del amarre de la silla

-Llevo años en este negocio, he adquirido experiencia, por lo tanto.-saqué mi blaster y le disparé directo al pecho-. Me sirves más muerto

Empaqué todas las armas y al salir de la habitación sentí un tremendo golpe en la espalda que me tumbó en un charco.

-¡Dame esas armas!.-una figura se posaba parada frente a mí pero no le veía el rostro, lo llevaba cubierto y la oscuridad de la noche no ayudaba.

-Consigue tu propio trabajo, amigo.-apunté con mi lanza

-Ese sujeto era mío.-él hizo lo mismo pero con su blaster

-Lastima, llegaste tarde.-golpee sus piernas con la lanza haciéndolo caer, me incorporé rápido y apunté directo a su cuello-. ¿Para quién trabajas?

-Trabajo por mi cuenta.-respondió tranquilo

-¿Por tu cuenta? ¿Y en dónde vendes las armas? ¿En Tatooine?.-pregunté divertida

-¿Y tú? ¿Para quién trabajas?

-No es de tu incumbencia.-retiré la lanza de su cuello-. Suerte para la otra, novato

Salí de aquel callejón para subirme a mi Speeder y dirigirme a las afueras de Coruscant, ahí vería al contrabandista que me pagaría por las armas.

Sé que mis padres no estarían felices ni orgullosos de lo que hago pero tuve que convertirme en cazarecompensas para mantener un bajo perfil y poder buscar a Obi-Wan Kenobi. Si, tal vez sea un mito pero tengo que intentarlo. Además no puedo decepcionar a mis padres, no después de lo que pasó....

🔸

Aquí estamos de nuevo, torturando a alguien para poder conseguir información y por supuesto comida. Prácticamente hago esto todos los días y admito que ya me resulta muy aburrido.

Tenía listo mi blaster apuntando directo a la cabeza de aquel delincuente, él gritaba que parara pero no podía hacerlo, en verdad no merecía compasión.

-¡Velt! Mi chica.-la puerta se abrió de golpe y voltee enseguida

Ahí estaba ese ser humano, el que quería que todos le trabajaran gratis.

-¿Te importa? Estoy ocupada.-dije seriamente volviendo a apuntar la cabeza del sujeto

-Oh no linda, yo me encargo de este.-se acercó a mí y con mi mano libre sujeté una daga cerca de su cuello

-No lo mates, lo necesito vivo.-al parecer un segundo hombre había entrado a la cueva, este llevaba el rostro tapado en una especie de máscara que me resultaba familiar.

-¿Y para que lo necesitas vivo? Él nunca paga

-Precisamente por eso, estamos negociando, bueno, él está negociando conmigo.-se recargaba en una de las paredes de roca

Mientras todos permaneciamos en un silencio incómodo e intercambiabamos miradas aproveché para disparar mi blaster.

-¡NOOOOOO!.-gritaba el deudor

-Dime.-me acercaba al tipo de la máscara-. ¿Te conozco?

-Supongo que no.-quedamos de frente y era un poco más alto que yo

-Que bien.-sonreí secamente aunque por el casco no se veía-. Entonces déjenme en paz

Una de las cosas que odio de Coruscant era que había una gran cantidad de cazarecompensas y entre nosotros era común matarnos pues por lo regular 2 o más íbamos por la misma presa.

What's Wrong With You? • Cassian AndorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora