Creían que llevaban una vida tranquila.
Cayeron en la ilusión de la paz sin peligro, y se veían preparados para enfrentar los problemas que acecharan sus territorios.
Una manada dispuesta a luchar.
¿Pero cómo esperas golpear? Si a la bestia no la...
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La puerta de la casa de su amigo fue abierta de golpe. Woojin llevaba afuera como dos horas cumpliendo con su labor en la manada cuando le avisaron que Jeon había despertado.
El joven lobo no dudó en parar todo y correr a su casa, donde uno de los segundos, Namjoon, se encargaba de supervisarlo para que no se quedara sólo en su descanso.
Observó a su amigo sentado en la cama, cubierto por las sábanas mientras veía un punto fijo en sus piernas.
Se veía muy sereno a simple vista, pero él podía notar esa pizca de tristeza, o más bien enojo hacia sí mismo en su expresión.
Conociendo las inseguridades de su amigo sabía que no querrá salir de su casa en un par de días, sólo para evitar las miradas que recibiría de los demás al reconocerlo como "el que se desmayó el otro dia" o ese tipo de sobrenombres.
Jeon en parte estaba acostumbrado a que lo señalaran, y en parte no. Porque cuando un tema se iba, llegaba otro del cual tenían para hablar.
Podría no tener un lobo presente, pero las pocas habilidades que poseía de su naturaleza lo ayudaban a darse cuenta de algunas cosas. Como su gran audición, al escuchar los cuchicheos sobre rumores que viajaban a lo largo de la manada sobre él.
Y pensar que el tema más fuerte que sorprendió a la manada fue del niño que no tenía aroma, y lo tachaban de humano.
Pero luego todo cambió cuando en su adolescencia, a mitad de una construcción a un niño casi le cae una pila de ladrillos atados en la cabeza, pero él corrió veloz y se puso sobre el pequeño cuerpo para detenerlo con los brazos en prácticamente un microsegundo.
Como si nada dejó el material en el suelo y le preguntó si estaba bien, el cual solo lo veía con ojos asombrados, y desde entonces pensó que era alguien genial, como un héroe.
Incluso ahora, después de correr cuando se enteró que ya había recuperado la conciencia y viéndolo recostado en esa cama, para él nunca dejaría de ser un super hyung.
—¿Por qué me miras así? —Sonó su ronca voz mientras subía la vista.
—¿Cómo te sientes?
Ignoró su pregunta, sentándose en el borde de la cama.
—Bien. —Se limitó a contestar, aún sabiendo que detrás de esa palabra había más.
Unos toques a la puerta detuvieron su charla. Una cabellera castaña se asomo y habló.
—Disculpen, yo ya me retiro. —Los chicos asintieron a Namjoon. —Por cierto, Hay alguien llamada Somi que pregunta por ti. —Habló para Jeon.
—Oh, ¿Podrías hacerla pasar por favor? Ya bajo.
Namjoon asintió y cerró la puerta, Jungkook se levantó y colocó unas pantuflas bajo la mirada confundida de su amigo.
