Capítulo 4

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Efímero

Las semanas pasaban y conforme con eso Sam empezaba a tener más sucesos en su mente, algunos eran aterradores, otros alegres. Pero el que más intriga le daba era el de dos niños, uno de ellos con unas tijeras. Frecuentemente hacía esfuerzos para recordar, aunque sea algo insignificante sorbe ella, pero nada. Eso solo le causaba dolores de cabezas. 

Ella no contaba de esto a Lambert, no sabía si él le creería sus -sueños-. 

Un día de aquellos Lambert llegó a casa de Sam para ir juntos al hospital a sus terapias. Era de mañana y ella no se sentía bien, mientras ella era atendida él se quedaba en la sala esperándola. 

Un par de horas habían pasado y ahora ambos se dirigían a casa, todo el tiempo en completo silencio, ella se sentía cómoda con aquella presencia y él, por su parte se veía más tranquilo. Llegaron a su hogar y allí ella decidió tomar una ducha, así que subió a su habitación dejando a un Lambert muy cómodo en el sillón. L

Luego de un rato, aquella chica bajaba las escaleras cuando de repente le dieron mareos y sin poder impedirlo se desplomó cayendo por las escaleras, siendo el centro de atención del su preocupado hermano; quién la llevo rápidamente al hospital, rogando con toda su alma que no fuera nada grave. 

Al llegar nuevamente al hospital, ella fue internada de inmediato, le hicieron varios análisis para comprobar o conocer cuál era la causa de este repentino desmayo, y después de estos se dieron cuenta de que no era nada tan grave, se desmayó debido a que ha forzado frecuentemente su frágil memoria para recordar, eso fue lo que le indicaron a un impaciente Lambert que caminaba de aquí para allá. Solo esperaba buenas noticias. 

—Por favor espere aquí, el doctor saldrá en unos minutos — muy amablemente dijo una de las enfermeras, dejándolo aún preocupado esperando frente a su puerta. 

Su vista pasó de estar en la puerta, a estar en uno de su bolsillo debido a la vibración que tenía, rápidamente tomó móvil de Sam y entendió que aquella vibración se debía a que tenía una llamada entrante. 

Gloria. 

—¿Hola? —habló él aun dudando de sí ella era realmente la Gloria de hace muchos años. 

—¿Quién es usted? —habló en la otra línea—, ¿por qué contesta usted? ¿Dónde está Samanta? -al no tener respuesta, habló nuevamente—. ¡Diga algo, por favor! 

—¿Gloria? —preguntó incrédulo. 

—¿Con quién habló? —ella no sabía lo que ocurría. 

—Soy Lambert. El muchacho huérfano —soltó sin más, ganándose un ruido de asombro por parte de la señora 

—¿Lambert? —susurró sin aliento—. ¿En realidad eres tú? 

—E-eh sí. ¡Cuánto tiempo! —se limitó a decir.

—¿Dónde habías estado? ¿por qué desapareciste? — necesitaba muchas respuestas—. ¿Dónde está Sam? ¿Cómo reaccionó cuando te vio? -su entusiasmo era inmenso. —Sam —no sabía cómo explicarle todo lo ocurrido en las últimas semanas—, Sam, tuvo un accidente hace unas semanas — un sollozo se escapó de él-. A causa de esto perdió la memoria. Ha estado en tratamientos, y cada fin de semana venimos al hospital, 35 Detrás del teatro y hasta ahora se encontraba bien, pero hoy tuvo un desmayo. Ahora nos encontramos en el hospital. 

Detrás del teatro. [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora