El sol se ponía en la plaza de la ciudad de un país de fuego. La misma plaza donde en un principio acogió la llegada de aquel capitán y su ofrenda de entrada.
Ante el silencio de la muchedumbre. El Capitan aguardaba junto a su corcel bayo. A ambos lados, los mismos esclavos que trajo, regresaban consigo y más a la distancia, solo a unos metros, una armada de soldados a la Merced del majestuoso pelirrojo de falda corta y armadura dorada. El Oro rebosaba las canastas en recompensa, el país de Egipto estaba en deuda con un hombre de palabra y honor.
El faraón permitió a su esclavo ponerse en pie. Cabizbajo se acercó a su aún amo y postró los rubíes en su frente sobre el suelo. Las telas blancas caían por encima de los escalones como un príncipe de fabulas antiguas. Un último beso en uno de los pies del Horus vivo y luego otro aún más despacio y provocador sobre la piel en el otro pie con sandalias abiertas.
Poniéndose en pie, el faraón extendió su mano y le ayudó a levantar del suelo, luego... como tratándose de otro honorable guerrero al que apreciaba mucho, levantó su cabeza un poco con sus dedos bajo su barbilla y le besó la frente al joven.
Edd se asombró, no habían palabras para tal asombro, ni siquiera sabía que decirle al hombre que por años le usó como un juguete y lo sodomizó cada noche, en cada rincón de un majestuoso palacio. Más bien había miedo, temor de que una palabra lo destruyera todo y le hiciera arrepentirse de su decisión final.El rey de Egipto le miró a los ojos y como un padre que entrega a su hija, extendió su mano escaleras abajo. Unos pasos hacia atrás sin voltear su espalda hicieron reverencia y se alejó, poco a poco. Bajó las escaleras y caminó hacia el guerrero, un caballo extra le aguardaba, pero aquel pelirrojo de ensueños tomó antes su mano y le ayudó a subir sobre su propio corcel. Colocado su pie en el estribo de la montura, levantó su pierna por encima y abrazando el cuerpo del pelinegro frente a sí, sostuvo las riendas.
A los ojos del esclavo, ya no había gobernante que le hiciera sentir humillado, ahora... más que un esclavo le trataban como al príncipe de Egipto, no por su belleza; que también era factor importante, sino por aquel sentimiento al que fue capaz de entregarse del todo... era sin dudas un privilegiado, ya fueran los dioses, o simples coincidencias del destino, le había tocado vivir una experiencia prohibida para muchos e inalcanzable para otros. Eso era un privilegio que Bastet le entregaba por sobre el Faraón... Algo digno del respeto de un rey y reverenciado por cualquier capitán...
Una mirada de agradecimiento a través de un casco Romano dio fin a los gritos de júbilo de la ciudad mientras se alejaban cabalgando lentamente.
La caravana de oro y guerreros se paseó por todas las calles hasta una enorme puerta en forma de arco rodeada de palmeras. De ahí en fuera, el desierto les abrió camino por un par de noche y en medio de la hoguera, cuando todos dormían, la luz de la luna a lo lejos les entregaba a sus deseos algo de privacidad, iluminados por el sudor y la arena sobre sus pieles ardientes. Le daban continuación a un final feliz noche por noche...
Un poco pensativo, con ambas manos reclinadas sobre sus codos, Edd recobraba el aliento tras el acto una de esas veces en el viaje. Se hacía preguntas, se cuestionaba si era lo correcto. Podía pensar que había cambiado, que los esclavos que habían llegado aquella tarde a Egipto bajo el poder de un bravo capitán ególatra, pudieron ser asesinados y esa sangre jamás saldría de las manos del capitán, podía él seguir el mismo destino como un karma. Todo era demasiado perfecto, no estaba acostumbrado a tanta perfección en su vida, cada momento esperaba que todo se destruyera y nuevamente el sufrimiento llegara a su puerta... pero el rostro del joven hermoso era muy directo, transparente, podía decir cuánta presión sentía en su mente sin siquiera hacer más que mirar a la luna y un millón de estrellas sobre sus cabezas, en la oscuridad de la noche más clara que jamás tuvo...
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El oasis de las arenas
FanfictionCorta Historia Kevedd. Transportando a ambos personajes principales al Egipto antiguo, donde el faraón lleva las riendas de los deseos de un Revedd esclavo y El Capitan Romano Kevin. *Escrito en forma de Juego de roles.