III

86 18 34
                                    

Nos encontramos todos sentados en una sala que parece ser de reuniones. Yo estoy ubicada entre mi único ya conocido, Itachi, y ese tal Hidan que me había recibido anteriormente. El centro de la mesa parecía ser el chico de la punta cuyo aspecto era el de un joven con pelo naranja con un rostro adornado con varios piercings.

¿Qué estaba haciendo acá? No tenía ni idea. Ni siquiera le había preguntado a Itachi qué objetivos tenían como organización y a causa de eso quizás me había metido con unos locos que secuestran menores de edad para convertirlos en armas de potencia militar.

El nerviosismo que cargaba se notaba en mi tensa presencia allí mismo. Como he estado más de la mitad de mi vida valiéndome por mí misma, he cometido varios errores. Pero jamás algo lo suficientemente grave como para desestabilizar mi paz mental —la poca que conservo—.

— Tranquila — me saca de mis pensamientos aquél chico con aires de liderazgo. Su voz era más grave de lo que su aspecto predecía — Aún no tienes ninguna responsabilidad aquí hasta que te explique nuestras intenciones. Así que te voy a dar un par de minutos para que pienses tú misma si vas a arriesgarte o prefieres salir por esa puerta ahora mismo — dice y me señala con la mirada la salida.

Largo un suspiro pesado y miro a Itachi pidiendo que me de una señal de que lo que estaba por hacer era el camino correcto. Él me mira con calma y asiente suavemente mientras posa una de sus manos en mi hombro, en señal de aprobación. Eso me dio la confianza suficiente.

Cierro los ojos y me resigno a todo lo demás — Está bien, puedes empezar. — le indico al chico de antes, quien comienza a hablar por minutos que se fueron haciendo cada vez más largos, tratando de darme a entender quiénes eran y qué hacían.

En resumen, la búsqueda de la paz. Dominar al mundo de una manera pasiva-agresiva en donde los habitantes no creen conflictos entre ellos. También creando un mundo de convivencia entre los vivos y los mueros.

— No estoy de acuerdo — digo interrumpiendo el largo discurso y todos se me quedan mirando absortos, menos el pelinegro que se encontraba a mi lado, que parecía depositar toda su confianza ciegamente en mí.

— ¿Perdón? — me pregunta algo enojada una mujer de bellas facciones que se encontraba sentada al lado del pelinaranja. Parecía que había metido la pata de alguna forma porque su rostro me indicaba que había tenido una actitud errante.

— Quiero decir... — me aclaro la garganta algo tensa — el concepto de paz me parece demasiado utópico, aún así si intentan "controlar" esa paz, no sería totalmente consentida. Lo que corrompería por completo la idea de "paz" que ustedes tienen. Y, sin tener en cuenta eso, el concepto es demasiado subjetivo. Lo que a ustedes les parece que es la paz, a otras personas no. Y estamos hablando de cinco grandes naciones, por lo que es imposible que una cantidad tan inmensa de gente comparta los mismos ideales que ustedes, aunque eso ya lo deben de saber. — hago una pausa para tomar aire e inspeccionar sus expresiones. Parecía que tenía dos narices por cómo me miraban — Por si fuera poco, aborrezco la idea de molestar a los muertos como si no hubieran tenido suficiente con sus años de mísera vida — finalizo esperando nerviosa que alguien me diga algo. Pero todo lo que se puede apreciar es un semblante divertido de parte de Itachi y algunas risas ahogadas que provenían del rubio de antes y un niño de cabello rojo que se encontraba a su lado tapándose la boca para reprimir una carcajada.

— Entonces... — dice el chico del discurso esperando que le de una respuesta concreta.

— Voy a quedarme de todas formas ahora que sé que no planean traficar niños — me encojo de hombros con indiferencia — Aunque no comparto sus ideas, pero sinceramente hace mucho tiempo estoy sola y tampoco considero que lo que estén haciendo sea necesariamente malo. Y a decir verdad, puede que sean increíblemente poderosos, pero el futuro es incierto y el más mínimo suceso puede revertir la más grande calamidad. 

Under your skin » 𝘥 𝘦 𝘪 𝘥 𝘢 𝘳 𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora