Capítulo 7 - Ellipsism

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Los Santos

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Los Santos. Un mes después. Las 23:45. Invierno.

Había pasado un mes desde su último encuentro. Un mes largo y triste desde que no lo veía.

Al día siguiente de su último encuentro, fue a verlo. Pero no estaba ahí. Al día siguiente tampoco, ni al próximo. Había desaparecido. Se había esfumado. Se había ido sin dejar rastro.

No había ninguna señal que indicara dónde podría encontrarse. No había ningún hilo del que tirar. El muchacho se esfumó, y con él, se llevó la poca esperanza y la felicidad del mayor.

Había cierta claridad esa noche, pero el bosque estaba oscuro. Él lo veía oscuro. Cómo empezó a verlo todo desde que dejó de tener noticias de él. ¿Dónde estaba? ¿Por qué se había marchado? ¿Acaso no eran reales los sentimientos que demostraba tener hacia él? ¿Acaso las veces que le dijo que lo quería no fueron reales? Claro que lo fueron. Todos los abrazos, las caricias y las palabras bonitas fueron reales. Pero ya no había más. Ahora solo estaba él mismo y el ardiente fuego que sentía en su pecho cada vez que recordaba sus caricias.

Lo veía en sueños. El muchacho corría hacia él y saltaba sobre él atrapandolo. Lo envolvía con sus piernas y brazos y sentía la calidez de su cuerpo. Jugueteaba con su pelo y le susurraba al oído: 'Te echaba mucho de menos Jack Conway. Una pequeña estrella como yo no puede sobrevivir sin su luna.' Y sentía aquel beso cómo si fuese real. Sus labios, finos y suaves atrapaban los suyos y esbozaban aquella pequeña sonrisa que tanto le gustaba. Y de pronto, todo volvía a esfumarse y volvía a la realidad. A la triste realidad de que se encontraba solo y no lo tenía cerca.

El lugar estaba vacío, como el resto de los días. Las cartas plastificadas que había ido dejándole por si regresaba seguían allí. Intactas. Apiladas una encima de la otra.

Se sentía vacío. Había perdido una vez más algo que lo hacía sentir vivo. Lo había vuelto a perder todo de nuevo. Toda la alegría, las ganas de vivir, la sensación de sentirse agusto consigo mismo. Todo. Estaba solo una vez más.

Con tristeza, dejó otra nota apilada sobre las demás con la esperanza de volver algún día y no encontrarlas porque el joven había vuelto y se las llevó.

Encendió un cigarrillo y caminó hasta la orilla del lago.

'Te quiero mucho Jack Conway. No lo olvides nunca. Tu pequeña estrellita siempre estará contigo'.

Esas palabras. Esas palabras que le dijo una vez no las olvidaría ni en un millón de años.

Pensaba en él todos los días. Sus suspiros llevaban su nombre grabado. Sentía sus caricias en su mano. Y la imagen de esos ojos tan profundos y bellos no abandonaban su mente ni un instante. Pero ya no quedaba nada. Ya no había más caricias, más palabras de amor sincero. Todo había desaparecido de una noche a otra.

Miró una última vez la última nota que depositó y, sonriendo amargamente y tratando de retener las lágrimas, se alejó en silencio.

14-01-2021

Para mi pequeña estrella:

Aún vengo todas las noches con la esperanza de verte de nuevo con tu pequeño vaso de café y tu sonrisa. Echo de menos estar contigo. Echo de menos abrazarte y hacerte reír. Te echo de menos. Mucho.

Tengo fé en volver a verte de nuevo. Volver otra noche aquí y que estés esperándome, como hacías todas las noches.

No me siento bien sin ti. Me siento perdido, desesperado. Siento que he perdido una parte muy importante de mi vida desde que no te veo.

Es desesperante no saber dónde estás ni si estarás bien. Es desesperante no tener noticias de ti.

Todas las noches que pasé contigo aquí, en este pequeño y desolado bosque, fue lo mejor que me pasó en muchos años. Conocerte a ti fue como volver a renacer. Volver a sentir cosas que pensé que no volvería a sentir nunca más.

Pienso todos los días en ti. En tu sonrisa. En tus bromas. En tu especial manera de ser. Quiero volver a sentir la calidez de tu cuerpo cuando nos abrazábamos. Quiero volver a sentir como me revolvías el pelo con tus pequeñas manos cada vez que uniamos nuestros cuerpos.

Me arrepiento. Me arrepiento de no haberte dicho nunca lo mucho que te quería y lo mucho que te necesitaba. Nunca lo hice por miedo, pero, ¿miedo a qué? No sabía de qué tenía miedo, pero ahora sí lo sé. Tenía miedo de perderte, pero ahora ya es tarde. Te he perdido, y me arrepiento de no habértelo dicho nunca. De no haberte abrazado más fuerte, o de no haberte besado en todas aquellas veces que tuve la ocasión de hacerlo. Pero ya es tarde para decirte y hacerte saber todo eso.

Seguiré viniendo todas las noches con la esperanza de encontrarte. No dejaré de venir ni un solo día, y no dejaré de pensar en ti ni un solo segundo.

No olvidaré nunca todo lo que has hecho por mi Gustabo. Nunca. Pensaré siempre en ti, y espero que tú también pienses en mí tanto como yo lo hago.

Sé que es tarde para esto, pero te quiero. Te quiero mucho.

Fdo: La luna a la que una vez

enseñaste a brillar sola. 

Indescriptible - IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora