✦˚* Uno* ˚ ✦

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COMO TODAS LAS MAÑANAS, Draco Malfoy se levantó de la cama para enfrentar su día a día una vez más. Como de costumbre, fue a la ducha, abrió el agua y la dejó correr, esperando a que se calentara lo suficiente. Una vez listo, entró y lo dejó empapar su cuerpo, sintiendo el calor del agua en su piel, provocando que se le pusiera la piel de gallina mientras estaba perdido en sus pensamientos.

Draco era un chico bastante peculiar. Desde muy joven, siempre había mostrado actitudes iguales a las de su padre; Egocéntrico, agresivo, ambicioso e incluso pedante.

A medida que pasaban los años en Hogwarts, había logrado crear una gran cantidad de enemigos gracias a ello. Es cierto que siempre estuvo con Crabbe y Goyle pero, por mucho que la gente pensara que eran amigos, Draco no se sentía así. En el fondo, él mismo sabía que todo era pura apariencia e incluso para mantener felices a sus padres por su estado de sangre y apellido.

Lo que nadie sabía era que el propio Draco Malfoy tenía, aunque muy bien escondido, un gran corazón y deseaba con todas sus fuerzas, desde lo más profundo de él, poder mostrárselo a alguien algún día.

A menudo, con sus actitudes cortantes, todo lo que podía hacer era alejar a la gente de él. En cierto modo, lo agradeció. Una pequeña parte de él tenía miedo de abrirse a las personas, confiar en ellas, ¿y cómo no podía ser así? No había crecido sabiendo lo que era el afecto, o al menos no el de su padre.

Narcissa y Lucius Malfoy nunca habían permitido que a Draco le faltara algo material. Desde muy pequeño lo llenaron de juguetes, caprichos y más. Si quería algo, se encargaban de dárselo a su pequeño, pero solo había una cosa que nunca le habían dado, que él nunca había experimentado ni saboreado; el amor y el cariño de una familia.

Debido a esto, a lo largo de los años, Draco terminó formando murallas, evitando así cualquier tipo de emoción. Se había convertido en un ser frío, incapaz de sentir empatía por nadie. Siempre fue grosero, mezquino y gruñón con la gente, pero ese no era su verdadero yo. Después de todo, solo reflejaba esa actitud con la que su padre lo había educado a lo largo de los años.

A menudo se escapaba a la torre de Astronomía para estar solo y perderse en sus pensamientos. Cuando lo hizo, no pudo evitar sentirse triste por sí mismo. Se sentía completamente vacío y solo en este mundo, pensó en todo lo que había logrado hasta ahora y solo una palabra le vino a la mente; nada.

Sintió un enorme vacío en su corazón y no importaba cuánto intentara llenarlo, no podía encontrar la manera. Quería cambiar, pero había crecido con los ideales de su padre.

''Nunca debes mostrarte vulnerable, hijo. Recuerda que eres un Malfoy y nunca mostramos debilidad. "

La voz de su padre resonó en su mente. Quizás, y solo quizás, por eso se había vuelto tan irritante, distante e inaccesible. El haber crecido sin el amor o el afecto de un padre y una madre le hizo ignorar todo lo que ese sentimiento podía traerle.

𝑭𝒊𝒗𝒆 𝒉𝒐𝒖𝒓𝒔 𝒘𝒊𝒕𝒉 𝑫𝒓𝒂𝒄𝒐 𝑴𝒂𝒍𝒇𝒐𝒚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora