—Entonces me estás diciendo que yo seré el chambelán y que cuando digan "que pase el novio" deben pasar cuatro chicos.
—Exacto tontito, pero no te aseguro nada porqué aún nose si haré una fiesta para mis quince años.
—Debes hacer la fiesta, no importa cuántos asistan lo único que debe importarte es que estaremos las personas que si nos importas. —a lo que mencionó se que no lo decía en serio, si hay algo que le gusta a Amir es ser el centro de atención en cualquier lugar que el asista, pero por otra parte Amir tiene razón.
—Tu sabes que nadie asistirá, excepto tú, Jude, mi mamá y Elizabeth. —me acomodo en una grada. —muy a parte no me gustan mucho las reuniones y lo sabes.
—¿Y? Llevaré a mi amigos sobre los invitados déjamelo a mí —su rostro resplandece con una descripción de "yo soy el todo poderoso y se hará a mi manera porque todos son mis bitches".
—Deja de hablar tonterías y come, cerdo. —el apodo de "cerdo" se lo puse por todo en general, ese sobrenombre cabe con él en todos los sentidos.
1- come bastante.
2- es un puerco.
3- cuando salen palabras de su boca casi siempre son en doble sentido.—No soy el único cerdo y lo sabes —frunce el ceño a la vez levantando una ceja mientras observa el pan con jamón que llevo conmigo.
—Eres un tonto — digo con un leve golpe directo al estomago de amir.
Amir vivía con su familia fuera de la ciudad, nuestros padres son muy buenos amigos ambos se reencontraron después de cuatro años, aquel día conocería al que sería mi mejor amigo por años, yo recién habría cumplido tres años y Amir cuatro desde aquél momento comenzamos a frecuentar la casa de la familia del mejor amigo de mi padre junto a mi madre e Elizabeth, al comienzo Amir era malo conmigo pero yo era muy insistente no importaba lo mal que me tratará yo quería ser su amiga. Al pasar el tiempo él comprendió que no podía vivir sin mi, obviamente.
—Porqué cada vez que vengo a este lugar te encuentro sola. —abro mis ojos en un parpadeo.
—¿Qué haces aquí? -respondo al instante.
—¿No puedo estar aquí? —Sebastián se acomoda en un rincón en la banca de madera.
—Obviamente que si puedes pero .. hay olvídalo. —debatir con Sebastián no es una muy buena idea, Aveces me deja en ridículo y otras soy yo la que lo dejó como un payaso.
Sebastián muestra una sonrisa maliciosa observandome detenidamente —¿Te cortaste el cabello? ¿Oh por qué te veo tan bien?
—Solo me peine. —respondo con un tono serio
—Lo que dije fue un cumplido, no entiendo porqué tienes esa expresión de enfadada. —¿Si ubica que así es mi cara las 24/7?
—No es eso, solo que... —bufo e intento acomodarme mejor.
—¿Interrumpo? —una voz masculina se hace presente, Sebastián y yo fijamos nuestra vista a la persona que está frente a nosotros.
—No lo estás haciendo, si quieren puedo dejarlos un rato solos. —sugiere Sebastián. —además ya tengo que irme, mis amigos me están esperando. —antes de irse me guiña y se despide dándome un beso en la frente.
—cuidate Sebas. —digo
—¿Es una amenaza? —ríe.
—Quizá, tonto. —sonrío y le saco la lengua.
¿Por qué hice eso? Estoy loca.
—Parecen ser muy amigos—comenta Jared al ver la tontería que hice.