–Me llamo Shiro Evans, tengo 16 años, nací en un pueblo cerca de Los Angeles, en Estados Unidos, mi madre es japonesa y mi padre americano, hace poco que nos mudamos, espero que podamos ser amigos.– Me incliné para saludar y toda la clase aplaudió.
–Bien, Evans-chan, puedes sentarte.–Dijo mi nueva profesora.
Uf, Evans-chan, suena horrible no, lo siguiente, supongo que tendré que acostumbrarme...Aquí en Japón, según dijo mi madre, todos son mucho más educados y con muchos más modales y nunca llaman por tu nombre a no ser que hubiese ya cierta confianza.
Me senté en la cuarta fila, tercera mesa, jamás olvidaré eso. A mi lado una chica que parecía bastante tímida(incluso más que yo) era bajita, pelo liso y morado, un morado oscuro pero intenso, me enamoré de su pelo, tenía un flequillo que le cubría prácticamente toda la cara pero, gracias al calor, las ventanas estaban abiertas y en una ráfaga de aire que le despeinó el flequillo conseguí ver que tenía unos ojos oscuros preciosos y una sonrisa que conquistaría a cualquiera.
–¿Qué clase de apellido es Evans?–Se giró el chaval que estaba sentado delante de mí.
–Eh...Pues no sé... –No sabía a que se refería, yo siempre lo había visto de lo más normal y ordinario.
–No iba con ánimo de ofender–Rió–Nunca lo había escuchado y puesto que tu nombre sí es japonés...
–Mi madre es japonesa y mi padre americano, por lo tanto mantengo su apellido, y el nombre fue a gusto de mi madre, supongo.
–Es guay, por cierto, me llamo Akita–Me cogió un bolígrafo y se giró.
–Eh, devuélveme eso, lo necesito.
–Espérate, que impaciente, ay.–Dijo mientras escribía algo en su mesa.
Se giró y me había dibujado, de una forma increíble, era precioso, era idéntico a mí, y no habían pasado ni 5 minutos.
–Ten, para ti. Tíralo, guárdalo, haz lo que quieras.–Dijo sonriendo mientras dejaba el dibujo y el bolígrafo con cuidado sobre mi mesa.
El dibujo era genial, una chica delgada, no muy alta, pelo oscuro y ojos azules, vestía con una sudadera negra y unos pitillo del mismo color.
–¿Cómo sabes que suelo vestir sudaderas anchas y pitillo?
–No lo sabía, simplemente es lo que te pega, no va contigo ser una chica 'normal'.
–No sé como tomarme eso pero...Gracias, supongo.
–Tómatelo bien, no me gusta la gente normal y ordinaria, quiero conocerte y ser tu amigo, eres diferente a todos los que hay por aquí y eso es genial...–Dijo eso mientras escribía algo en mi libreta, no sé muy bien el que, aún no domino el hiragana(alfabeto japonés).
Yo no supe que responder, simplemente me sonrojé y me aparté el flequillo que se me había puesto delante de la cara.
Sonó el timbre, sólo tenía ganas de llegar a casa y terminar de montar mi habitación que ahora mismo era un caos.
–¡Shiro, espera!–Me giré y a toda prisa, como ya había acostumbrado a ver, venía Reik.
–No hacía falta que corrieras, hombre–Dije mientras él intentaba recuperar el aliento.
–Es que quiero hablar contigo más tranquilamente que esta mañana y no sé donde vives así que no podía perderte de vista.–Dijo aún sin aire.
–Bueno pues...Hablemos.
–¿Haces algo esta tarde?
–Tengo que organizar mi cuarto y terminar la mudanza del todo, pero si quieres podemos quedar un rato.
–Me parece perfecto, vengo a por ti y vamos a dar una vuelta y así te enseño un poco la ciudad.
–Genial, aquí te espero.–Conversando habíamos llegado hasta la puerta de mi casa, así que me despedí mientras abría la puerta y veía como él giraba la calle.